Según el economista, hay un sistema aceitado que permitió a los políticos y a los sindicalistas convertirse en millonarios y a los empresarios, en prebendarios. La economía eleccionaria.
José Luis Espert está convencido que la Argentina está devorada. Que viene de ese proceso y que, inexorablemente, está destinada a seguir recorriendo esa senda si es que la dirigencia del país no cambia la forma de ver las cosas, tanto desde el punto de vista político como económico. Con su estilo frontal, impulsivo y sin filtros, el economista usó aquel concepto inicial para el libro que el miércoles será presentado en esta ciudad, en un encuentro organizado por la Fundación Federalismo y Libertad: “La Argentina devorada (cómo sindicatos, empresarios prebendarios y políticos sabotean el desarrollo del país…)”. Antes de su visita a Tucumán, Espert dio la siguiente entrevista a DINERO.
-¿Por qué sostiene que la Argentina está devorada?
– Hay varias maneras de abordar el tema. Esta es una moneda con dos caras. Una de esas caras tiene argumentación económica: la sustitución de importaciones o proteccionismo industrial, y el amor enfermizo que la sociedad tiene por el Estado deficitario y gigante. La otra cara de la Argentina devorada tiene una lectura sociopolítica. Con un Estado deficitario se enriquecen tres corporaciones: los sindicatos mafiosos, los políticos corruptos y los empresarios prebendarios. Lógicamente que la sociedad, de alguna manera, se presta al juego que le plantean esas tres corporaciones que vienen rigiendo los destinos del país desde hace 80 años. Están muy aceitados, con un mecanismo de relojería al estilo suizo, para el mal de nuestra Argentina.
-¿Es por eso que la economía y la política son tan cíclicas?
-Es el modelo que estas tres corporaciones le han impuesto a la sociedad que, entre comillas, por acción o por omisión, adhieren a esto. Tienen un ciclo perfecto, un triángulo vicioso que se repite de período en período, de ajustes en las crisis, de gran rebote de la economía cuando pasa aquel ajuste y de un período de deterioro previo a la crisis. Vivimos dando vueltas alrededor de ese triángulo.
-¿Dónde estamos ahora?
-Creo que Mauricio Macri hizo algunos ajustes en diciembre de 2015, desde que asumió como presidente de la Nación, y tal vez algo durante 2016. Creo que estaríamos transitando la senda de alguna recuperación, de un rebotecito diría, porque será pequeño y no durará mucho. Para el corto plazo, no es que Macri haya decidido salirse de aquel triángulo vicioso, sino que -de algún modo- lo está recorriendo.
-¿Cuándo abandonaremos ese triángulo vicioso?
-No hay interés de salir de ese triángulo. Este sistema le permitió a los sindicalistas ser millonarios; y a muchos políticos también. Y también mostrar empresarios cada vez más prebendarios. Aquellos que viven de la obra pública. Creo que de parte de la sociedad tampoco hay intenciones de salir de ese triángulo hacia otra figura, hacia un círculo virtuoso, por ejemplo, porque también se beneficia con el estatismo. Es como una matrix que está viviendo una realidad que es virtual y eso parece que no se da cuenta algunos sectores de la sociedad. Aquellas tres corporaciones explotan a la sociedad. El empresario prebendario vende más caro de lo que la gente puede comprar afuera. El sindicalismo también la explota porque vive de los impuestos al trabajo. No hay país en el mundo que pague tantos impuestos al consumo como en la Argentina, pese a que los políticos hablan de su sensibilidad social. Son los que más recaudan en el mundo y aplican recetas al revés de la que se dictan en el resto del planeta. Los que progresan viven del libre comercio en lugar de alimentar a un Estado deficitario.
-¿Cree que se cumplirá la meta de inflación que estableció el Banco Central?
-Uno podría tentarse a decir que la probabilidad es cero. Pero veamos que la meta es 12%-17%. En el mejor de los casos, tal vez se cumpla la del límite superior (17). Pero creo que ese no es el punto y creo que es ridículo debatir acerca de eso. Si no se la cumple por cinco o seis puntos, no lo podemos sacrificar a (Federico) Sturzenegger, el presidente del Central. Me parece que estará cerca del 20% anual. Y creo que el problema es la manera en que se está tratando de cumplir la meta porque compromete el mediano plazo. Se está colocando una montaña de deuda del BCRA que a fin de año probablemente supere el billón de pesos. Es un verdadero delirio. El error que se comete es tratar de bajar la inflación solo con política monetaria, mientras el Estado tiene el déficit más alto de la historia, ocho puntos del Producto. Sólo para tomar en cuenta: la deuda del Central, antes de la asunción de Macri, era de 400.000 millones de pesos y, en menos de un año y medio de gestión, subió a 900.000 millones.
-¿Cómo votará la economía en las elecciones?
-Me parece que es probable que juegue en favor de Macri, que para ese momento no esté en recesión y con una inflación de entre el 20% y el 23%. No será un gran activo para el Gobierno, pero le juega a favor. Este año la economía crecerá entre 2,5% y un 3% y el año pasado se expandió 2,3%, con lo que estaríamos teniendo a fines de año un nivel parecido al de 2015. Tal vez otro nivel similar sea el de 2011. Ahora, si tomamos en cuenta el crecimiento vegetativo, podríamos decir que la población ha seguido comiendo de la misma torta, pero con más comensales y con porciones más chicas que en 2011.
-¿Qué es lo que puede venirse?
-Este año terminará con alguna recuperación y con una inflación arriba del 20%. Ahora, decir que después de las elecciones, si el oficialismo gana o si pierde hace el ajuste o todo sigue igual, creo que no podría arriesgar respuesta. No la sé contestar, porque adivino no soy. No voy a vender humo; pronostico en base a las realidades. Además de la incertidumbre electoral y de un modelo que es un flancito, ahora se agregaron dos cosas no menores: la crisis de Brasil y el caso Trump. Ambas sacuden con fuerza al mercado y pegan fuerte