Cada vez que comienza un nuevo año resulta interesante plantear los escenarios económicos que podemos enfrentar en los próximos 12 meses.
En primer lugar, el elemento clave para explicar nuestro extraordinario crecimiento de la última década, el sector externo, ha cambiado para mal de manera sensible de cara a 2012 (salvo las políticas monetarias de muchos bancos centrales, que están volviendo a bajar las tasas de interés).
Por un lado, la economía mundial seguirá en su sendero de desaceleración del crecimiento, ya iniciado en 2011. Presentará una eurozona en leve recesión (en el mejor de los casos), prendiendo una vela a cada santo todos los días para que ninguno de los Piigs (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) desbarranque por fracaso de la reestructuración de la deuda griega, comportamiento de manada del resto de la periferia europea frente a la negociación helena o caída de algún banco grande en Europa. Del otro lado del planeta, los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) crecerán entre uno y dos puntos menos que el año pasado. Estados Unidos sería de las pocas excepciones, porque es probable que crezca a una tasa similar a la de 2011, levemente por debajo del 2 por ciento.
Como consecuencia de lo anterior, más la fortaleza del dólar o debilidad del euro (que aún está demasiado alto, dado sus fundamentals ), nuestras commodities de exportación, que tenían pronósticos de llegar a caer hasta más de 20% respecto de 2011, ahora, merced a la sequía que azota a la Argentina (que a su vez generará US$ 4000 millones menos de exportaciones agropecuarias), pueden llegar a estar entre 10% y 15% debajo de los promedios del año pasado (salvo el petróleo).
Así que, con la única excepción de las políticas monetarias de los bancos centrales, tanto el crecimiento del mundo, el dólar firme contra el euro, nuestras commodities sin caída libre pero débiles y la sequía, configuran un cuarteto de cosas que tienden a hacer que la Argentina crezca menos en 2012 que el año pasado.
A nivel doméstico, no quedan dudas de que para el agro será un mal año (como mucho, su demanda no caerá significativamente si es que usa ahorros acumulados en la bonanza). La industria ya está creciendo menos de un tercio que hace un año, por la desaceleración de Brasil y el deterioro de las expectativas inversoras por la discrecionalidad del Gobierno. Para las personas de ingresos fijos dentro de convenios colectivos de trabajo, el cierre de la economía y la presión de los Moyano por salarios al 25% compensará parte de los impuestazos provinciales y municipales y los tarifazos que les regaló el dúo dinámico de Cristina Kirchner y Mauricio Macri, por lo que a lo mejor su capacidad de gasto no cae sustancialmente. Finalmente, para los que están fuera de convenio y los cuentapropistas, en el año del Dragón (horóscopo chino) los espera el famoso "ajustáte el cinturón", porque reciben todo lo malo de los tarifazos y poco y nada de los ajustes moyanistas.
Es decir que, desaparecido el opio o la polvareda que levantaba la supersoja, o sea, un poroto cocainómano que subió por obra de la política monetaria norteamericana alrededor de 10% por año durante 10 años, quedó al desnudo el mismo modelo decadente de los últimos 100 años en el país, que consiste en cerrar la economía, inflar la demanda interna con políticas monetarias, fiscales y salariales expansivas y, cuando éstas no dan más (por deflación, estanflación o pérdida de reservas), devaluar para volver a empezar.
Basta fijarse en los reclamos de los sectores que compiten con importaciones, hoy al frente de la UIA (al mando, a su vez, del mejor lobbysta argentino, José Ignacio de Mendiguren), que vuelven a pedir a gritos (sin pedirlo) una devaluación del peso, que ya la lograron a través de un cierre de la economía a las importaciones como no se veía en muchas décadas.
Y como los precios internacionales de nuestras commodities son un "ruido blanco", lo más probable es que en 2012, el "modelo productivo" nos devuelva nuestra pobre tasa de crecimiento de largo plazo de 3% (un país de ingresos medios tiene que crecer más que la economía mundial) o 4% como máximo. Nota al pie: con el Indec destruido, que ya dibuja también los datos de actividad, ¿quién puede discutir cualquier número de crecimiento? ¿Quién dice cuál es la verdadera cifra a la que crecerá la Argentina este año?
Pero cuidado. El escenario más probable para 2012 es sólo de desaceleración del crecimiento, pero no el único posible. Por un lado, el mundo puede dar sorpresas cuando se están jugando partidos muy complicados y por aquí hay que seguir los pasos de un gobierno que no tendrá viento de cola. Habrá que ver cómo lidia con un Moyano que se lo quiere comer crudo, porque lo quieren meter preso a él, y con el goteo de los depósitos en dólares que ya retornó a los bancos. Hay que ver qué hace Moreno con el control de las exportaciones agropecuarias ahora que la sequía le birló varios miles de millones de dólares (claro, no están dispuestos a hacer nada razonable como muchos países vecinos para evitar que los argentinos se lleven al exterior US$ 25.000 millones por año); los cheques rechazados ya están en niveles elevados. ¿Cómo se financiará un déficit fiscal de 2,5% del PBI? Por eso, hay que mirar con cuatro ojos las medidas que tome el Gobierno. No sea que…