Sí, el monstruo verde está de nuevo entre nosotros desvelándonos, poniéndonos frente a la tele para ver qué pasa con su cotización y qué plan económico tiene problemas por sus andanzas. Pero ¿cómo? ¿No era que el modelo era de tipo de cambio competitivo o dólar caro? ¿Qué justifica que todos se lo quieran llevar a su casa si supuestamente cuesta tanto?
Al igual que con la tablita de Martínez de Hoz, el austral de Juan Vital Sourrouille y la convertibilidad del Mingo Cavallo, el Mamdis (Modelo de Acumulación y Matriz Diversificada con Inclusión Social) de Cristina Kirchner está fallando por el lado fiscal, la cruz de casi todos los programas económicos de las últimas décadas. El gasto público en 2011 cerrará en $ 710.000 millones (aumento de 820% respecto de 2002), 36% del PBI, 11 puntos más respecto de 2002, 3 más que en 2007 y el más alto de la historia. Tengamos presente que el PBI creció casi a tasa china en el período, así que la velocidad del gasto público haría palidecer a Usain Bolt.
Desde que en las legislativas de 2005 el kirchnerismo tuvo que ratificar los votos obtenidos en 2003, la situación fiscal viene "para atrás". En 2004 el superávit había llegado a casi 4% del PBI. Lo perdimos en 2007 (Cristina Presidenta) y en 2009 entramos en déficit de 2,5% del PBI. Hoy todavía estamos ahí (sin las mentiras de Amado Boudou cuando presenta las cifras fiscales todos los meses), a pesar de que la economía creció casi 20% en 2010 y 2011 y la recaudación $ 250.000 millones.
A fin de 2008 (año de la crisis con el campo y la quiebra de Lehman Brothers), y viendo que la economía entraba en recesión, el Gobierno anunció que los ahorros (flujo y stock) que la gente tenía en el sistema de capitalización pasaban al esquema de reparto estatal. Con los $ 12.000 millones anuales de aportes que antes iban a las AFJP, financió la "política anticíclica" (tal como reza el relato K), o sea, el déficit fiscal de 2009, y con el rescate de deuda pública que implicaba el traspaso de los fondos el Gobierno siguió hablando de "desendeudamiento".
Desesperado por más plata para seguir haciendo déficit fiscal, a fines de 2009, el kirchnerismo demonizó primero al ex presidente del BCRA Martín Redrado, lo echó después y lo reemplazó por Mercedes Marcó del Pont. En los dos años que han transcurrido desde el desembarco de la Mecha, se le transfirieron al Tesoro $ 100.000 millones ("utilidades", adelantos transitorios y reservas) para que éste pagara sus cuentas, a cambio de un importante deterioro patrimonial del Central (pierde reservas a cambio de pagarés de Hacienda).
No es casual que desde 2007 (nace el IndeK y perdemos el superávit fiscal) reapareciera la fuga de capitales, con US$ 8900 millones (fue casi cero con el Gran Néstor), que en 2008 llegó a 23.000 millones y que en 2011 cerrará aproximadamente en el mismo número, lo que provocó que las reservas del BCRA caigan en una cifra cercana a la etapa de la pelea del Gobierno con el campo (5400 millones), cuando nadie dudaba que estábamos en crisis.
El mercado percibe que el dólar tiende a abaratarse de manera insostenible por una inflación local en dólares del 20% anual, muy superior a la inflación internacional, que apenas supera el 2%. Y este fenómeno está causado, a su vez, por políticas fiscales, monetarias y salariales donde todo crece al 30% anual de piso (gasto público, moneda y remuneraciones), lejos de lo que podemos sostener. Lo que el Gobierno infla de demanda interna con su expansionismo más que se pierde por la fuga de capitales, con un aporte neto negativo para el crecimiento.
Haber llegado al punto en el que el Gobierno "crea" un mercado negro del dólar (resolución de la AFIP 3210) para dejar de perder reservas es consecuencia otra vez de una irresponsabilidad fiscal mayúscula por no haber ahorrado nada en la época de vacas gordas, un nivel de salvajismo institucional (eliminación de AFJP y abducción del BCRA) impactante e ignorancia supina (esto de "ennegrecer" la operatoria del dólar lo hemos hecho tantas veces como devaluar).
¿Qué hacer ahora? El Gobierno tendría que desarmar el "corralito verde" y actuar sobre las causas de la fuga de capitales y pérdida de reservas (afortunadamente los depósitos siguen creciendo). Es decir, debería lanzar un plan de fuerte desaceleración fiscal (los $ 600 millones de baja de subsidios va en el sentido adecuado, pero es poca plata), monetaria (las tasas de interés ya han subido algo), salarial y devaluar más rápido que el 6% de los últimos años (Brasil no tuvo ningún empacho en hacerlo recientemente). Se puede. En 2002, Eduardo Duhalde, además de la salvajada de la pesificación asimétrica, hizo un ajuste fiscal tan fuerte que en 2003 la inflación fue de sólo 3,7 por ciento.
¿Afectará esto el crecimiento económico en el corto plazo? Es probable. Igual, la desaceleración de la actividad económica, para pensar 2012, ya viene. A estas alturas, el año pasado la industria crecía al 10% anual y ahora lo está haciendo a la mitad. Pero ganaríamos un horizonte de mediano plazo más sostenible.
¿Es feo esto? Sin dudas, pero para evitarlo habría que haber sido austero en la época de la marea alta y en esa etapa (como siempre) hablar de moderación era ser un anticristo. He aquí las consecuencias. Algo absurdo: fuga de capitales y pérdida de reservas con suba de depósitos (por ahora). El kirchnerismo lo hizo. Nunca menos.