En 2010, la economía argentina redondeará un crecimiento de 5%, con un consumo subiendo casi 6%, la inversión recuperándose 9%; exportaciones en cantidad, 12%, e importaciones, entre 25 y 30%. ¿Cuáles son los factores que explican estos números? En primer lugar, la recuperación del mundo es muy fuerte, casi tanto como la de los años previos a la recesión de 2009, la primera después de la Segunda Guerra Mundial. Hay un componente de nuestro crecimiento que es generalizado en el globo, acompañado además por precios de nuestras commodities de exportación que ya están 40% arriba de mediados de 2008, cuando comenzaba el colapso del euro.
Luego hay tres componentes internos. La política salarial que el Gobierno valida consiste en ajustes de alrededor de 25%, más o menos de manera generalizada, independientemente de que al sector le vaya muy bien (autos, línea blanca), más o menos (alimentos) o regular como al agro. De hecho, Néstor Kirchner ha dicho recientemente que su modelo no parará hasta alcanzar el "fifty – fifty" en la distribución de la renta entre salarios y beneficios empresariales; la meca de mediados de 1974 para todo progresista autóctono.
La política fiscal se basa en hacer crecer al gasto público a una tasa (35%) que genere un déficit (4% del PBI con provincias y sin dibujos "boudouianos" en 2010), financiado casi en su totalidad con outside credit para maximizar su impacto en la actividad económica, o sea, emisión monetaria por 1,5% del PBI; reservas del BCRA por 1,7% del PBI; endeudamiento externo en el futuro si Grecia, España y Portugal lo permiten (hasta ahora no) y si no alcanza, está el disponible que queda del Fondo de Jubilaciones, robado a los que estaban en las AFJP, por $ 16.000 millones (1,1% del PBI).
Para estar seguro de que las políticas salarial y fiscal impacten sobre la producción interna y no se vayan tanto a las importaciones, el Gobierno cierra la economía a tal punto que hemos tenido problemas comerciales con Brasil y China. ¿Si los asiáticos toman represalias contra nosotros? "Problema del campo, no del Gobierno", dirán Néstor y Cristina.
El Gobierno seguirá con esta estrategia todo lo que pueda y no habría que descartar que en 2011 se repitan los resultados de crecimiento otra vez de 5% con alta inflación de 25 a 30%. Cuando se analizan los factores que explican la recuperación argentina de 2010 en perspectiva, queda claro que más allá de las volatilidades de corto plazo por las crisis de Grecia, España y Portugal, la economía mundial seguirá creciendo y las commodities agrícolas estarán en niveles similares a los de hoy.
Y en cuanto a los factores internos, los Kirchner: (1) luego de una hiperinflación como la de 1989, que costó la caída del primer gobierno democrático después de décadas de enfrentamiento entre argentinos, recrearon el regresivo impuesto inflacionario, que les da financiamiento para su fiesta fiscal por 1,5% del PBI y tampoco, hasta ahora, pasó nada grave; (2) a pesar de una estafa homérica como la que Cavallo y Duhalde perpetraron contra los ahorristas con el corralito de diciembre de 2001 y el corralón de la primera mitad de 2002, de a poco se están llevando las reservas del BCRA, usando la entelequia que el Congreso sancionó por ley en diciembre de 2005 de las reservas excedentes (les quedan más de US$ 10.000 millones todavía), que son justamente el respaldo en dólares de los depósitos de la gente previamente expropiada. Tampoco hasta ahora hubo una corrida bancaria por ello. ¡Salvo cuando Redrado no les quiso dar las reservas!; (3) les robaron los fondos a los que ahorraban en capitalización (US$ 35.000 millones) y acá no pasó demasiado. Apenas una fuga de capitales de 2% del PBI, para un país que ha llegado a tener 8% en la crisis de 2001-2002.
Eso sí, la sostenibilidad de corto plazo de la anterior estrategia depende de dos cosas fundamentales y muchos adicionales que a su vez son imponderables. La primera y esencial es que las cuentas fiscales no se vayan más de madre con el desequilibrio que ya tienen. Hoy el déficit es de 4% del PBI, pero hace cinco años había 4% de superávit. O sea, un deterioro formidable de la salud de las cuentas públicas.
La segunda es que el congelar el tipo de cambio en casi $ 4 como única ancla antiinflacionaria implica asumir el costo de un atraso cambiario creciente. Hoy, para el empresario exportador que paga retenciones y al que no le importa ni la inflación internacional ni la devaluación del dólar en el mundo (que ya se ha corregido mucho), el tipo real de cambio es el de diciembre de 2001, cuando nadie dudaba de que había atraso cambiario. De todas maneras, tan desalineado el tipo real de cambio de hoy no está como en aquel entonces porque los términos del intercambio son más altos y el endeudamiento externo es más bajo.
Y que la gente perciba que la estrategia de atraso cambiario es sostenible depende de que haya reservas en el BCRA. Hoy están, pero los Kirchner se las han comenzado a llevar para financiar su fiesta de gasto público. Los imponderables son crisis en el exterior como la de Grecia, España y Portugal, el campo que amenaza con volver a la pelea y a no olvidarse de que 2011 es un año electoral en el que el diablo de la política puede meter la cola.