¿Guillermo Moreno en el Banco Central? (*)

Según el ex economista jefe del FMI Kenneth Rogoff, durante los siglos XIX y XX (200 años), Argentina entró en default en 4 oportunidades (2 veces en cada uno). Del último, salimos en marzo de 1993 con el Plan Brady. Pero en sólo 9 años que han transcurrido del siglo XXI (casi 7 de modelo productivo) ya hemos defaulteado la deuda pública 3 veces. Siempre superándonos.

La primera ocurrió con la llegada de Papá Noel a fines de diciembre de 2001, en una circense declaración de cesación de pagos por parte del ex presidente Adolfo Rodríguez Saá con aplauso de pie de nuestro benemérito Congreso. La segunda fue en marzo de 2005, sólo instantes después de haber logrado un 75% de aceptación a la licuación de la deuda externa que Argentina había propuesto, cuando el ex ministro Lavagna dio de baja de las estadísticas de deuda pública a los que no aceptaron el canje. La tercera comenzó (y continúa) en enero de 2007 cuando los Kirchner lo ponen a Guillermo Moreno a manejar el INDEC para que dibuje el IPC y lograr que la deuda pública que ajusta por CER (casi toda interna) crezca lo menos posible.

Lo curioso es que tanto Cavallo (transformado ahora en un ácido blogger antimodelo) como todos los que lo siguieron en el Ministerio de Economía no han reparado en esfuerzos para diseñar planillas de Excel y Power Point que muestren cada vez más y más superávit fiscal. Sin embargo, entre los hobbies argentinos con mayor rating, está el defaultear nuestras deudas y si es extranjera, mucho más todavía. Para el Guinness de los records de los absurdos: nunca en la historia de la humanidad un país ha defaulteado tanto su deuda con "megasuperávtis" fiscales como nosotros? ¿O será que los superávits fiscales no existen? ¿No serán como la inflación de Moreno?

Recientemente por ejemplo, una caída del 25% promedio de nuestros commodities de exportación en las últimas 4 semanas provocó bajas en las notas (que nunca superaron el terreno de lo especulativo después del default de 2001) tanto de Standard and Poor’s como de Moodys y Wall Street no tuvo reparos en hablar de la posibilidad de un nuevo default en Argentina.

De acuerdo con el ritual propagandístico del gobierno, hace una semana su Ministro de Economía publicó el resultado fiscal del mes anterior. Obviamente, como es costumbre, sólo se habló allí del mejor número fiscal que el oficialismo puede presentar, esto es, el resultado fiscal antes del pago de intereses (primario) y sin incluir a las provincias, a pesar que las más grandes (y las no tanto) discuten hoy febrilmente fuertes subas de impuestos para bajar o evitar los déficits fiscales.

A su vez, dentro del resultado primario nacional de $23.500 millones para los primeros 7 meses del año, el gobierno computó como ingreso $4.500 millones de (de un total de $7.700 millones) de utilidades obtenidas por el BCRA en 2007 que fueron transferidas al Tesoro.

Esta manera del gobierno de "crear" superávits fiscales tiene los siguientes problemas. Primero, hay una mala consolidación del BCRA junto con el gobierno central desde el momento que se incorpora como ingreso del Tesoro sólo el resultado superavitario del ente emisor sin tomar en cuenta sus gastos de administración y de emisión monetaria, lo que lleva a una subestimación del gasto público, aunque no del resultado.

Segundo y gravísimo. La lógica indica que un banco central sea recontra superavitario porque cobra intereses sobre las reservas internacionales y no paga tasa alguna por acumularlas al hacerlo emitiendo base monetaria. Este no ha sido el caso argentino (siempre tratando de inventar el círculo cuadrado) a raíz de que todo el peso de la poca política anticíclica que ha habido desde que comenzó la recuperación económica en 2003, cayó sobre el BCRA (hay $60.000 millones de Lebacs y Nobacs) porque el fisco se gastó ($260.000 millones) casi todo el aumento de recaudación por $270.000 millones. No en vano hay sospechas de que puede ocurrir un nuevo default.

Y como la tasa de interés que cobra por las reservas es de sólo 3,8% cuando la que paga por sus títulos es del 10,5%, el resultado "standard" del BCRA siempre fue deficitario. Sólo se equilibra si le agregamos los intereses que pagan los bancos por los créditos que reciben del Central. En el mejor de los casos es 0. Si el resultado "global" fue y es superavitario se debe a ganancias de capital y otras yerbas ($6.200 millones en 2007) que logró por invertir en activos financieros denominados en monedas que se apreciaron frente al dólar (cayó 38% contra el euro desde 2002). Todo conocedor del mercado de cambios sabe que es imposible ganar siempre con monedas porque es una inversión extremadamente riesgosa. En efecto, desde la tercera semana de julio el dólar ya se apreció 10% generádole al BCRA pérdidas cambiarias por los mismos motivos por los cuales antes ganaba.

Es una locura que si nuestro Banco Central pierde plata por su actividad normal o en el mejor de los casos está en equilibrio, le transfiera utilidades al Tesoro por diferencias de cambio que pueden desaparecer o peor, ser negativas de la noche a la mañana para que aquél pague salarios, jubilaciones, subsidios o "dibuje" un resultado superavitario que no existe para bajar el riesgo país y la tasa de interés doméstica.

Además, si algún día se volviera a devaluar fuerte (cosa que muchos fanáticos circunstanciales del modelo productivo ya están pidiendo) para generar más impuesto inflacionario y cubrir las necesidades de financiamiento, se podría llegar al absurdo de computar ese aumento de las reservas en pesos por la suba del dólar como una "flor" de ganancia de capital en el balance del BCRA y luego distribuirla como utilidades al Tesoro. Esto ya ocurrió en 1967 con Adalbert Krieger Vasena como Ministro de Economía y Enrique Folcini como Presidente del Banco Central.

O sea, el impuesto inflacionario puesto como si fuera una "especie" de IVA. Poco serio pero muy parecido a la ridiculez noventista de poner como si fueran impuestos a los dólares obtenidos por las privatizaciones cuando, en realidad, eran una ganancia de capital que se generaba al vender caro (por obra y gracia del operador extranjero) algo que valía 0 por estar en manos de un gerenciador (el Estado argentino) que había fundido a las empresas públicas.

Moreno parece ser una suerte de "Dios gato": está en todos lados (también en el Banco Central) y además tiene varias vidas (la conferencia de prensa de la Presidenta de pasado sábado 2 de agosto le devolvió una).

(*) Nota publicada en el diario Ambito Financiero con el título "Guillermo Moreno también vive en el Banco Central", el 25-08-2008 en las páginas 1 y 3

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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