¿Se termina el superávit fiscal? (*)

Luego de un lustro de una política de gasto público que por lo expansiva ha quebrado el triste record que tenía la convertibilidad, en 2007 y sin dibujos, es probable que asistamos a la desaparición de uno de los baluartes del modelo productivo: el superávit fiscal.

La caída de la convertibilidad se produjo como consecuencia de una política de gasto público irresponsable que mantuvo a las cuentas fiscales en permanente déficit (una década), el cual, al ser financiado externamente hizo explotar la deuda externa y el atraso cambiario. El default declarado en aquella circense reunión de la Asamblea Legislativa del domingo 23 de diciembre de 2001 y la homérica devaluación de principios de 2002, marcaban el comienzo del “modelo productivo”.

Sin embargo, por más discurso oficial que haya hoy a favor del superávit fiscal, éste está cada vez más en duda. En el período 2003-2006 el gasto primario sin intereses del consolidado del sector público (nación más provincias), creció 85% en pesos de diciembre de 2006, 160% en dólares y 4.3% del PIB. Mientras tanto, los intereses de la deuda pública cayeron desde 4.5% del PBI en 2001 2% del PBI. La combinación de ambos hizo que el gasto global termine el año pasado en 28.5% del PBI, nivel sólo superado en el último medio siglo por 1999 (28.5%) y 2001 (29.4), los años finales de la fiesta menemista con cierre delarruista.

El secreto para que un gasto público similar al que sepultó la caja de conversión de la última década no barriera también al modelo productivo, es la presión impositiva que ya está en niveles record históricos (29.5% del PBI). Nunca se recaudaron tantos impuestos en nuestro país como hoy. Preguntémosle sino al sector privado en blanco que tributa por el equivalente a 45% del PBI, 5% del PIB más que el promedio del G7 y 10% del PBI por encima de los países emergentes. Y todo para recibir nada como devolución de gasto público.

Incluso, en 2004, el resultado global (después del pago de intereses) fue superavitario en 3.4% del PBI; número difícil de encontrar, por lo bueno, a lo largo de nuestra historia económica. Sin embargo y a pesar de un aumento de la recaudación de $64.700 millones entre 2005 y 2006 (50%), el superávit fiscal del año pasado cayó a 1% del PBI ¡porque el gasto público creció $73.700 millones (65%) en tan sólo 2 años!

De esta “lluvia” de gasto público, no hay ningún funcionario del gobierno de Kirchner que diga una sola palabra. Ellos sólo hablan de los 3.5% del PBI de superávit primario de la nación en 2006 y “dibujan” un resultado primario superavitario en las provincias de 0.4% del PBI.

Una cifra más realista en este último caso sería un déficit de 0.3% del PBI ¿la razón? En el primer semestre, que ya es dato oficial, el gasto provincial creció al 32% anual. Además, gran parte de sus ingresos en el segundo semestre están jugados porque ya contamos con el resultado oficial del fisco federal de donde surgen las transferencias nacionales. Y de muchas provincias ya se conocen también los recursos a nivel local.

Para obtener el resultado final, básicamente falta estimar el gasto público provincial. El +0.4% oficial hubiera implicado un crecimiento del gasto público provincial en el segundo semestre del año pasado de sólo 20% anual ¡12 puntos porcentuales menos que en el primer semestre que ya es una cifra oficial que dio 32% anual! No existe.

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Pero el resultado que realmente importa por su relevancia macro es el del consolidado de nación más provincias.

Aún bajo el supuesto que la economía crece 8% en 2007 y sin acelerar el aumento del gasto público global respecto de lo observado hoy (lo que es conservador en un año de elecciones presidenciales), o sea, asumiendo que crece al 28% anual, desaparecería por completo el superávit fiscal después del pago de intereses (incluyendo el cupón atado al crecimiento). El 70% del superávit primario (2.8% del PBI) de nación se gastará en intereses (2.0% del PBI) y las provincias tendrán un déficit primario de 0.8% del PIB.

Y el gasto público global en dólares, que en el medio de la crisis en 2002, había caído a 24.200 millones (desde 79.000 millones en 2001), este año ya podría situarse muy cerca de los niveles previos al colapso de la convertibilidad al alcanzar los 76.000 millones.

Una tercera manera de ver la irresponsable política fiscal del gobierno de Kirchner, consiste en tener en cuenta que en 2001, año en el que colapsaría la convertibilidad, el déficit fiscal llegó a 5.4% del PBI. Esta cifra se podría haber transformado en equilibrio fiscal si se hubiera ahorrado la caída del gasto primario en 2002 de 2.9% del PBI y la baja de los intereses por 2.5% del PBI debido a la reestructuración de la deuda pública. Y si se le hubiera agregado el aumento del impuesto al cheque (0.8% del PBI), la reaparición de las retenciones a las exportaciones (2.2% del PBI), la suba en Ganancias (2.3% del PBI), la del IVA (1.9% del PBI) y de los demás impuestos (0.3% del PBI), se hubiera pasado hoy a un superávit de 7.5% del PBI después del pago de intereses. Pensar, que ya estamos yendo a equilibrio fiscal.

Con un caudillo populista como Kirchner de presidente, que cada voto que consigue lo compra (menemistas-kirchneristas, duhaldistas-kichneristas y radicales-kirchneristas dan fe de ello), más que nunca carece hoy de sentido analítico poner el foco solamente en el resultado fiscal del gobierno central. Hay que consolidarlo con el de las provincias y agregar los intereses que ya comenzaron a crecer por el ajuste con CER, el cupón atado al crecimiento y la colocación de deuda a precios de mercado a Chávez.

Y cuando hagamos la cuenta de esa manera, llegaremos a la conclusión de que la única diferencia que hay entre este proceso y cualquier otro en materia fiscal, no es la prudencia a la hora de gastar, sino la voracidad a la hora de recaudar. Esta ha sido la clave hasta ahora. El problema es que el modelo se ha quedado con poco margen para aumentar impuestos ante algún problema para recolectar impuestos en el futuro. Algún problema ya nos hemos comprado.

(*) Nota publicada en Ambito Financiero el 24-01-2007 en páginas 1 y 2 con el título "Negativo, negativo, negativo"

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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