No hay proyecto de desendeudamiento. Sí hay una decisión estratégica por parte de Kirchner de no cumplir lo firmado en setiembre de 2003 en lo que es reforma estructural, de no defaultearle al FMI (por ahora) y de repagarle la deuda que vaya venciendo con superávit fiscal.
Cuando el gobierno de Argentina firmaba el acuerdo con el FMI en setiembre de 2003, decía que el entendimiento respetaba 100% las necesidades de nuestro país de ese momento (recién hacía un año que estábamos fuera del peligro de la hiperinflación), que el Fondo no nos había impuesto nada y que por lo tanto sería perfectamente cumplible.
El programa contenía un capítulo de políticas macroeconómicas con metas fiscales y monetarias que hasta ahora han sido sobrecumplidas en ambos casos. Es más, el resultado primario de 2004 superará el 4% del PIB (1% por encima de lo firmado con el FMI). En cuanto a la política monetaria, en realidad no la hay. El Banco Central funciona como una caja de conversión: compra todos los dólares que le ofrecen emitiendo pesos que luego absorbe con el superávit fiscal ante una demanda de dinero que crece muy poco. En este contexto, cumplir las metas monetarias es una tautología.
El segundo capítulo contenía una reforma estructural que, según el FMI y el gobierno, era necesaria para promover el crecimiento sostenido. La reestructuración de la deuda en default inicialmente nos comprometimos a tenerla finalizada en junio de 2004. Luego se postergó su lanzamiento para agosto del año pasado. Ahora ya sabemos que, en principio y ya fuera del acuerdo con el FMI, el canje comienza el 17 de enero de 2005 y se cierra el 25 de febrero.
Privatizadas
Además Argentina firmó que en junio de 2004 iba a tener renegociados 39 contratos de concesión con empresas privadas, que 6 meses más tarde finalizaría con los restantes 10 y que a fines de año tendría presentado un proyecto de ley de marco regulatorio para los servicios públicos que estableciera reglas claras para el largo plazo. La realidad es que la único que se hizo a mediados de 2004 fue firmar acuerdos transitorios con algunas empresas que ya están venciendo, los “aprietes” del gobierno para capitalizar deudas de Cammesa con las generadoras eléctricas en la construcción de usinas térmicas son como el pan de cada día y la ley de servicios públicos que el Ministerio de Planificación ha enviado al Congreso es un Drácula con mezcla de Frankestein. Los trabajos de auditoría en el BAPRO que deberían haber terminado en setiembre pasado y en el BNA en noviembre 2004 cuando todavía en ambos estamos en veremos.
Finalmente, en agosto debería haber sido sancionada por el Congreso una nueva ley de coparticipación federal de impuestos que le enviara menos recursos a las provincias. Esto nunca ocurrió y menos va a ocurrir en un año electoral como 2005. Por otro lado, la ley de responsabilidad fiscal que sancionó el Congreso a principios de agosto pasado al permitir que el gasto primario aumente junto con los precios y el PIB, no le pone ningún límite relevante a su crecimiento. También se ha excluido de las mediciones oficiales de déficit fiscal los gastos de capital, algo que el FMI ni a Brasil le ha permitido con las inversiones de las empresas públicas manejadas con criterios de rentabilidad privada. Y eso que ellos tienen un programa en total cumplimiento.
A partir de mediados de 2004 una vez que el acuerdo con el FMI se cae debido al incumplimiento argentino sobre la reforma estructural, quedaban 2 opciones: o se le defaulteaba al FMI ganándonos como enemigo al G7 o se pagaba con cash cada vencimiento de capital. Es ahí donde Argentina vuelve a cambiar por enésima vez su discurso con el Fondo y los acreedores. Primero dijo que nunca tendría más de 3% del PIB de superávit fiscal para no matarnos de hambre y hoy ya logró 4%. Luego sostuvo que nunca mejoraría la oferta de Dubai y hasta ahora ya la triplicó (junio pasado). Finalmente planteó que nunca pagaría un cobre al FMI sin saber previamente que se lo devolverían y sin embargo, desde el último reembolso el 24 de marzo de 2004, le ha repagado deuda de capital por u$s 1.700 millones para totalizar en 2004 u$s 2.025 millones y u$s 2.856 millones desde 2002.
O sea, el nuevo “cuentito chino” oficial de “desendeudarnos pagando para desintervenir la economía” de la “aberrante” tutela del FMI es simplemente el mejor disfraz que la hoy progresista Casa Rosada le ha encontrado al hecho de que no se anima a defaultearle al Fondo (gracias a Dios) y por eso somete a la economía a una presión impositiva formal salvaje y distorsiva que hace explotar la informalidad para pagar lo que va venciendo de deuda con su odiado enemigo.
Es probable incluso que el gobierno nunca haya pensado seriamente en cumplir los capítulos de reforma estructural firmados y la idea haya sido desde el vamos en tener un superávit fiscal bien alto para lograr una tasa de interés baja y así crecer, ir pateando la pelota hacia adelante con los plazos para realizar la reforma estructural y mientras se lograba la refinanciación de los vencimientos de capital, pagar sólo los intereses. Tan argentino como el tango.
¿Es lógico pensar que un gobierno típicamente peronista como el de Kirchner que quiere desarrollar un capitalismo de origen nacional al calor del Estado le facilitaría la vida a las privatizadas en manos de extranjeros? ¿Y qué decir entonces de los bancos públicos que periódicamente son vaciados por los créditos incobrables otorgados a los amigos del poder de turno? ¿Era razonable que fueran auditados con rigurosidad? ¿Y las provincias? Salvo un puñado, casi todas viven de la coparticipación federal ¿iba a ser un Presidente que les debe a ellas estar sentado en el sillón de Rivadavia el que les iba a poner la soga al cuello? Y ni hablar de ello en un año electoral como será 2005.
Pero al mismo tiempo el gobierno se está dando cuenta que los costos de acumular activos externos netos (reservas en el banco central y repagos de capital a los organismos internacionales) por 3% del PIB por año con deuda colocada a los bancos en 2003 y con superávit fiscal en 2004, ya ha causado que el crecimiento económico haya caído a casi la mitad entre puntas: de 12,1% anual al final de 2003 a 6,5% anual en el último trimestre de 2004.
Por eso, el road show de los Fernández a España y el que en lo primeros meses de 2005 realizará Kirchner por Alemania y Francia, más que hacer docencia sobre nuestro nuevo y genial invento (el “desendeudamiento”) fue y será para “ablandar” al G7 (el directorio del FMI) para que influya sobre el management (De Rato y Krueger) y el Staff (Dawson y Thorton) para que el FMI nos de un nuevo acuerdo con algo de refinanciamiento sólo a cambio de metas de superávit fiscal y no correr el riesgo de enfriar a la economía de tanto recaudar domésticamente y enviarlo afuera a los bolsillos del FMI.