En las últimas semanas se ha exacerbado el discurso que sostiene que los problemas argentinos tienen un solo un culpable: el FMI. No se habla de los errores políticos, económicos y financieros de la dirigencia local, ni del temor de los inversionistas y empresarios a la imprevisibilidad del comportamiento de los gobiernos argentinos. El economista José Luis Espert analiza la cuestión y da pautas acerca del panorama económico para el año próximo.
– ¿Cómo puede ser que, a pesar de haber contratos firmados de por medio y de que somos nosotros los que incumplimos con los pagos asumidos, el culpable de todo ahora sea el Fondo Monetario Internacional (FMI)?
– Lo que pasa es que en esto hay también un tema ideológico. No hay que olvidarse que acá hay gente muy adosada y pegoteada al tercermundismo de los 70. Gente que todavía cree que el imperialismo yanqui y el Fondo Monetario Internacional (FMI) son la causa de todos sus males y de todos los problemas. Esto es así. Y algo parecido sucede con el asunto chino. Ahí también hay un tema ideológico.
– ¿Pero se trata sólo de una cuestión ideológica?
– No. La segunda causa tiene que ver con esta perversión de la política argentina que permite que se diga cualquier pavada. Todos los días inventan algo nuevo para decir. Fíjese, la consecuencia de no haber cumplido aquello que se firmó en septiembre de 2003 con el FMI, hoy está transformado en un objetivo.
– ¿En qué sentido?
– Por no haber cumplido, una vez más, un nuevo contrato con esa entidad, nos enfrentamos a la alternativa de defaultearle al FMI o de repagarle con sangre, sudor y lágrimas. Se ha optado por lo segundo, pero lo que el Gobierno dice es que se le está repagando como estrategia para desendeudarnos. Eso es cualquier pavada. Es mentira. Se le está pagando porque no nos queda otra, porque le defaulteamos aquel contrato.
– Recordemos: lo que no se cumplió de aquel acuerdo fue el tema de las tarifas, el de la compensación para con los bancos y la reestructuración de la deuda, ¿no?
– Sí, es eso básicamente. Después está pendiente la auditoría con el Banco Nación y el Banco Provincia, que es la gran cueva donde sabemos lucra la política argentina. Y también están quedando la Ley de Responsabilidad Fiscal -que lo que sancionó el Congreso fue una payasada, nada que ver con lo que habíamos firmado- y la Ley de Coparticipación Federal. Es decir, no cumplieron con eso que en septiembre de 2003 dijeron que iban a hacer. Por clara lógica, se les cae el acuerdo y se enfrentan, entonces, a la disyuntiva de defaultear o pagar. Acá empiezan a repagar pero le hacen creer a toda la gente que, en realidad, es todo debido a que tienen la estrategia de cancelar la deuda al FMI para desendeudarse… No es serio.
– Después de haber festejado con aplausos el default, ¿usted cree que realmente ahora tienen la intención de pagar?
– Tal vez, ahora es verdad y de tanto hablar se transformó en un objetivo. Pero no hay que perderse el bosque. Acá se defaulteó un acuerdo que se había firmado voluntariamente y ahora salen a decir que cumplir ese acuerdo es inhumano, que es matar a la gente de hambre y que estamos cansados de que nos manejen el país… El meollo está ahí.
E insisto: atentos, porque puede ser que ahora, de tanto repetir y repetirse que todo esto es una estrategia propia y deliberada, en vez de la única opción que tenemos, capaz que en el corto plazo a esta gente se le ocurre la idea ridícula de efectivamente cancelar la deuda.
– ¿Por qué ridícula?
– Digo ridícula porque la Argentina le debe al FMI 14.400 millones de dólares, en base a datos bien actualizados. Ese monto tiene vencimientos de, aproximadamente, 4.600 millones por año, de acá hasta los próximos 3 años. En ese lapso se vence la deuda.
El año próximo nadie nos va a prestar plata para pagar. Si se paga se hará con presión impositiva, con uso de reservas, asfixiando a los bancos con movimientos del Banco Central… Es decir, de algún lado se va a sacar esa plata porque no la tienen toda. Con suerte, y haciendo pronósticos muy optimistas, al Gobierno le están faltando 3.500 millones de dólares para cerrar el año que viene esta patriada de repagarle toda la deuda al FMI.
– ¿Y cómo van a hacer para juntar esos 3.500 millones de dólares?
– Un tercio de eso se puede financiar usando las reservas del Central, sin necesidad de cambiar la carta orgánica del Banco. Estarían quedando unos 2.000 o 2.500 millones, que entre algo de depósitos del Gobierno y si se consigue que el Banco Central coloque bonos en los bancos, creo que podríamos llegar a zafar. Ahora, la pregunta es el 2006. Más allá de que es ridícula la estrategia. No hay ningún país que le pague toda la deuda al FMI, menos un muerto de hambre como nosotros.
– La tasa que se le paga al Fondo es la más baja de todas las que se están pagando. Por lo que estaríamos cancelando el menos gravoso de todos los préstamos que se tienen…
– Sí, pero aparte hay un montón de inconvenientes. Por ejemplo, no se va a poder cerrar la propuesta de reestructuración de la deuda de 100.000 millones de dólares en default por hacer esto, porque es claro que si la plata se gira para un lado, no va a estar para el otro.
– El año que viene vencen 4.500 millones. Las reservas totales del Banco Central son de 18.000 millones de dólares. Suponiendo que usen las reservas para pagar ese vencimiento, estamos hablando de un 25% de las reservas. Entonces, al Banco Central le van a quedar pesos circulando con un stock de reservas cada vez más chico. ¿Eso no puede generar algún tipo de incertidumbre?
– No, yo creo que este año no. Creo que el 2005 lo van a poder zafar. La gran duda es si la economía va a seguir creciendo lo suficiente. Porque esto de plantarse frente al FMI y decirle que le vamos a repagar la deuda es fácil cuando la recaudación crece porque la economía crece. Cuando la economía se desacelere, van a tener que desangrar al país en un año electoral para poder cancelar la deuda. ¿Usted se imagina lo que puede ser un año electoral llevado a una desaceleración en la economía para pagarle a FMI? Se los van a comer vivos.
– El otro día releía el programa de gobierno de Kirchner, y en la parte del sector agropecuario decía que ni bien aumentaran las recaudaciones, se iban a retirar las retenciones. Por supuesto que eso nunca pasó… Eso es lo divertido -o trágico- de leer las promesas electorales un año después del inicio de cualquier gobierno.
– Pero en un año como el 2005, con un cronograma como éste tan estresante, donde hay un agujero de 3.500 millones que hay que financiar, hay que olvidarse, lamentablemente, de que los impuestos puedan llegar a bajar. Creo que, por el contrario, una buena noticia, dadas las condiciones, sería que no subieran los impuestos.
– Si uno sigue los diarios, en general, vienen anunciando un aumento de la actividad. Pero, por otra parte, distintos sectores clave de la economía –el industrial, el de la construcción, entre otros- vienen con tendencia decreciente. No tienen una caída absoluta, pero sí una baja notable en el nivel de actividad. ¿Qué es lo que va a empujar la economía el año que viene?
– Yo creo que la economía se está desacelerando ahora, sobre el final de 2004. Sin embargo no en todos los sectores. La construcción, hoy, está igual que en febrero o marzo, no ha decrecido. Yo creo que para 2005 la economía puede crecer algo, la mitad de lo que lo hizo este año.
– ¿Es decir que si este año se creció un 8% para el año que viene usted espera un 4%?
– Sí. Pero hay que tener en cuenta que si se hace el acuerdo con los acreedores rápido -cosa poco probable- y si se da rápido un acuerdo con el FMI -que también es poco probable-, la Argentina podría crecer mucho más de 4%. Pero si el acuerdo no es como esperábamos, si nos va mal con la deuda, si el programa es demasiado estresante, si con el FMI no arreglamos, a lo mejor la economía crece menos del 4%.
– Claro.
– Pero 4% es un número con el que yo, si tuviera que planificar mi negocio, me sentiría tranquilo.
– Siempre y cuando no haya grandes presiones de distintos sectores gremiales para aumentar los salarios.
– Si el aumento de salario se pluraliza, yo no creo que se llegue a un proceso de inflación. Sí creo que puede haber un golpe en el nivel de precios si todos se vuelven locos aumentando salario, y eso puede frenar la actividad. Para mí el costo que puede traer que el aumento de salario se pluralice no es tanto una aceleración de la inflación, porque tenemos una política fiscal muy austera, sino que se pare el nivel de actividad
Nota Original: ECONOMÍA PARA TODOS | 20/12/2004