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El programa de obra pública que el gobierno comenzará con el producto de las privatizaciones del Banco Hipotecario Internacional deteriora la situación fiscal tanto de corto como de largo plazo, y no queda claro que genere efectos positivos permanentes sobre el empleo.

La postergación de la reforma laboral dificulta una reducción nominal de los salarios adicionales y el desempleo (ajuste clásico), y por lo tanto el gobierno decidió intentar generar puestos de trabajo a través de la obra pública, o sea, “algo” de la solución keynesiana: si los salarios nominales no caen, la manera de generar empleo es que el estado contrate gente para hacer posos y luego taparlos.

Si el gobierno gastara en construcción el estimado de U$S 3.000 millones que valdría el Banco Hipotecario el efecto sería que la inversión pública aumente un 60 por ciento y el gasto público total, como mínimo, un 5%. Además a esta suba habrá que agregarle los mayores gastos en los salarios, en los que se deberá encubrir en el corto plazo para indemnizar al personal del cual se prescinda.

En el mediano plazo, si la obra pública que se realizó fue de infraestructura, el gasto público debería bajar dado que no solo dejó de construir sino que también una vez finalizado un camino, ¿cuál es el motivo por el que los trabajadores contratados por la empresa privada que construye pasen a depender del sector público?. En cambio, si la obra pública fue realizada para la prestación de servicios públicos (educación, salud), Ni siquiera en el largo plazo, baja el gasto estatal, porque para enseñar y curar hacen falta maestros y médicos.

En definitiva, lo que podríamos llamar “proyecto Banco Hipotecario”, al aumentar el gasto público en el corto plazo, deteriora la situación fiscal. Es muy probable que se tenga más déficit fiscal en el medio plazo, no solo porque es difícil pensar que gasto, público baje una vez finalizada la obra pública (creció mas del 120 % en lo que va de la convertibilidad) sino porque, además, el estado dejará de percibir los U$S 350 millones anuales de ganancias que el banco genera y que desde su privatización habrá que remplazar con impuestos.

En cuanto al efecto sobre el empleo, en el corto plazo puede que aumente pero mucho menos de lo que se espera dado que a la creación de puestos de trabajo, para la realización de la obra pública hay que restarle los empleados del banco que sean despedidos antes y después de su privatización. Desde ya que es menos seguro todavía que la tasa de desempleo baje dado que a las dudas sobre la creación sobre puestos de trabajo, hay que agregar el crecimiento natural de la oferta de mano de obra.

La solución ortodoxa sostenible (aunque no apta para la mayoría de la clase política y menos en un año electoral) que debería haberse hecho por ley desde la convertibilidad hubiera sido cancelar deuda pública con el producido de cada privatización y así bajar la carga de intereses externos que es una de las causas de que hoy el producto nacional esté creciendo bien por debajo del PBI, y por lo tanto se mantenga el enorme divorcio entre crecimiento económico y humor colectivo.

La Nación – Pág. 5 – 20 de Abril de 1997

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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