Alza con interrogantes

Las exportaciones alcanzaron un nuevo récord, favorecidas por la suba de precios internacionales. El agro y los autos fueron las estrellas del año. Se privilegió el consumo doméstico y aumentaron fuertemente las importaciones.
Los economistas opinan: pros y contras del año, el efecto de las retenciones, el déficit comercial energético que se avecina, y proyecciones para 2008.

Las cifras de 2007 pueden verse con diferentes cristales. El vaso mitad lleno: por sexto año consecutivo, las exportaciones subieron y alcanzarían los US$ 53.000 millones, un 15 por ciento más que en 2006. El vaso mitad vacío: pese a la fuerte devaluación del peso que duplicó el tipo de cambio real (cuando otros países de la región revaluaron), la Argentina es el país de América del Sur que menos aumentó el monto de sus exportaciones en los últimos cinco años.

El costado optimista

Los números pueden verse como un boom. En 2005 se exportaron US$ 40.000, en 2006 US$ 46.000, en 2007, US$ 53.000. Desde 2003 las exportaciones argentinas vienen creciendo a una tasa promedio del 15 por ciento anual, aunque con un superávit comercial en descenso.

Los mercados internacionales continuaron este año siendo sumamente favorables para la Argentina debido a la buena evolución de los países asiáticos, que demandan precisamente gran parte de los productos que aquí se venden.

“El balance de las exportaciones es positivo. Hay perspectivas de crecimiento en productos de mayor valor agregado, como moda e indumentaria, muebles con diseño, productos agroindustriales con mayor valor, y muy buena performance en servicios como turismo y software”, sintetizó Raúl Ochoa, profesor del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank.

Los productos que se destacaron son aquellos del sector agroalimentario y el automotriz. “No sólo anduvieron bien las terminales sino que mostraron un fuerte dinamismo también las autopartes. La industria se reconfiguró después del 2001 y las nuevas inversiones en Argentina apuntan a todo el mercado desde México hacia abajo. La proyección es que en el futuro más del 60 por ciento de los autos fabricados acá sean de exportación, cifra que hoy está en el 55 por ciento”, vaticinó Dante Sica, titular de abeceb.com.

Un hecho que ratifica este crecimiento es la llegada de una nueva automotriz. Honda inició a mitad de noviembre la construcción de su planta de 73.000 m2 destinada a la fabricación de autos para el mercado local y de exportación a la región. Con una inversión estimada en U$S 100 millones, iniciará la producción de un sedan compacto en el último trimestre de 2009. Proyecta un volumen de producción estimado de 30.000 unidades anuales.

Brasil absorbió el 57,8 por ciento de nuestras exportaciones de automóviles. Si bien ese país tenía una gran salida exportadora, la revaluación del real le dio mucho dinamismo al mercado interno y le sacó competitividad a la exportación, algo que Argentina pudo aprovechar.

Las automotrices argentinas concretarían en 2007 ventas al exterior por 280.000/290.000 unidades mientras que la producción total sería de 510.000/520.000 vehículos.

La otra vedette, el sector agroindustrial, tuvo viento a favor gracias a una buena cosecha, la fuerte demanda de los mercados internacionales (tanto en términos de demanda como de valor), a lo que se agregó la depreciación del dólar que potenció aún más la suba de precios. El aumento de la demanda de maíz para la producción de etanol, la reducción de la cosecha de soja y los problemas de oferta de trigo en el mundo elevaron sustancialmente las cotizaciones de estos cereales.

Las manufacturas de origen agropecuario se incrementaron casi un 20 por ciento y los productos primarios más de un 33 por ciento. De hecho, el 70 por ciento del grupo de empresas más exportadoras pertenecen al sector agroalimentario: Cargill, Bunge, LCD Argentina, Aceitera General Deheza, Nidera, Vicentín y Molinos Río de la Plata.

En lo que va de la década, el incremento de la facturación por exportaciones del complejo agroindustrial granario en nuestro país superó el ciento por ciento, incluyendo los aceites y subproductos.

La pregunta es, ¿hasta cuándo seguirán altos los precios de los commodities? Para Aldo Abram, director general de Exante, si bien es esperable que la suba de los precios externos se mantenga en alza hasta el segundo trimestre, el marco internacional se presenta bastante brumoso a partir de allí. “Esto implica que podríamos estar en una pendiente descendente en la segunda mitad del año”, vaticina.

Hoy el país es el primer exportador mundial de aceite de girasol, aceite de soja, peras frescas, miel y jugo concentrado de limón; segundo exportador mundial de aceite de maní y limones; y tercero de porotos.

El primer destino de las ventas fue Brasil. Pese a ello, Argentina viene con cuatro años y medio consecutivos de déficit con el país vecino, algo que era diametralmente opuesto en los 90 y hasta principios de 2002. China se ubicó como segundo comprador de Argentina, desplazando a Estados Unidos y Chile.

No todo lo que brilla es oro

El exitoso desempeño de las exportaciones se apacigua cuando se le quita el efecto precio. Esto, que influye de igual manera para todos los países, permite comparar cómo se desenvolvió cada uno ante un escenario internacional favorable.

“Es importante tener en claro que las exportaciones en valor subieron este año un 15 por ciento, pero la tasa de crecimiento de las exportaciones es inferior a la que tuvimos durante la convertibilidad, cuando todos se quejaban por el dólar barato. En términos de participación de las exportaciones argentinas en el comercio mundial, éstas han experimentado un retroceso importante. En los últimos diez años Argentina perdió participación sistemáticamente. De 185 países que relevó la OMC en el informe de la última década, Argentina ha sido el país número 35 con peor desempeño”, opinó el economista José Luis Espert, director de la consultora homónima.

Lo mismo muestra un informe de la CEPAL, que asienta que entre 2001 y 2006, aunque las ventas locales al exterior crecieron un 75 por ciento, el resto de América del Sur exportó entre un 92 por ciento (Uruguay) y un 238 por ciento más (Perú). A su vez, Chile que en 2001 exportaba menos que la Argentina, en 2006 vendió un 26 por ciento más. Este año la tendencia sería similar.

Este boom de exportaciones de la región, con resultados menores para la Argentina, se explica por la fuerte suba de los precios internacionales de las materias primas agroindustriales. Según la CEPAL, entre 2001 y 2006, en dólares las exportaciones latinoamericanas se duplicaron, como resultado de un incremento de los precios de casi un 50 por ciento, mientras las cantidades exportadas crecieron un 33 por ciento.

La suba de los precios mundiales benefició en mayor medida a los países exportadores de petróleo, minerales y metales. Argentina se benefició por el precio de la soja y otros cereales, pero no así el del petróleo y la carne por la falta de producción interna, como sí aprovecharon Venezuela o Uruguay. Por el incremento de la demanda interna, por caídas en la producción doméstica o por restricciones internas para no desabastecer el mercado doméstico, los saldos exportables argentinos se achicaron, aunque en dólares se vendió más al exterior porque la suba de los precios ayudó a compensar las menores cantidades exportadas.

La menor perfomance exportadora argentina respecto del resto se destaca, además, porque se dio en el contexto de una fuerte devaluación del peso que más que duplicó el tipo de cambio real: con relación a 2001, el tipo de cambio real efectivo creció el 130 por ciento, el más alto de toda América Latina, según la CEPAL. La exportación tuvo así un doble beneficio.

Para Espert, 2007 fue un año bisagra porque el crecimiento promedio (“el real, no el que dice el Indec”, aclara) ha sido del 7 por ciento, lo cual son 2 puntos menos que el período 2003-2006. “La desaceleración económica ya empezó en 2007, y se va a profundizar en 2008. El modelo productivo está cumpliendo el objetivo que se propuso el gobierno, para mí disparatado, que es tratar de cambiar la ventaja comparativa de Argentina: que se exporte autopartes o textiles -históricamente importables-, y castigar la exportación agrícola y de petróleo. Cuando uno mira lo que ha hecho Argentina con un dólar tan caro en comercio mundial es un desastre”, disparó Espert.

Todos los economistas muestran como gran preocupación para este año y el próximo qué pasará con los bienes energéticos. “Los problemas de la crisis interna empiezan a golpear las cuentas externas. Tenemos menos excedentes de petróleo y nafta para exportar, y crecerán las importaciones de fuel oil y combustibles líquidos. En los próximos años este sector es el que más dudas y preocupación genera”, definió Dante Sica. Para Raúl Ochoa, el tema es preocupante, “nos vamos quedando con menos saldos exportables y estamos importando más insumos energéticos”.

El gobierno, anunció a mediados de noviembre un aumento en las retenciones de exportación de crudo y derivados, con el declarado fin de proteger el mercado interno frente a la suba del precio internacional del petróleo. El sector de combustibles, tradicionalmente exportador, tendría este año una baja aproximada de US$ 900 millones, si bien no están contempladas en esta cifra los impactos de las nuevas retenciones. “En los hechos están prohibiendo las exportaciones de petróleo. El gobierno se asegura el abastecimiento de energía, y va de cabeza al déficit comercial energético en los próximos dos años”, aseguró Espert.

Lo mismo certificó Eduardo Álvarez, economista Jefe de IES Consultores: “desalientan aún más las inversiones en el sector deteriorando las posibilidades de exportación, con el previsible resultado de una más acelerada eliminación del superávit comercial energético”.

El gobierno también aumentó retenciones en otros productos clave. En el caso de trigo la alícuota pasó del 20 al 28 por ciento; y el maíz del 20 al 25 por ciento. En el caso de las habas de soja la retención subió del 27,5 al 35 por ciento, mientras que en los subproductos y aceites asciende del 24 al 32 por ciento. En el caso del girasol, el aceite y los subproductos tributan 30 por ciento y las semillas 32 por ciento.

“De este modo, los derechos de exportación se verían incrementados en más de 130 por ciento con respecto a lo recaudado en el corriente año, también como consecuencia de la fuerte suba de los precios de exportación. Si bien la acción del gobierno apuntaría en la línea correcta (incrementar el ahorro fiscal) los modos para lograrlo claramente distan de ser óptimos, ya que utiliza medidas que sólo debieran ser temporales (aumentar los derechos de exportación) para financiar -o no reducir en este caso- gastos que son permanentes. De este modo, se están financiando gastos de largo plazo con instrumentos que no son sustentables en el tiempo. ¿Qué pasaría si el próximo año la cosecha se ve afectada por efecto del clima o los precios internacionales se derrumban? Claramente el Gobierno debería reducir sus expectativas de gasto o bien salir de urgencia a emitir deuda para poder financiar la brecha”, cuestionó Álvarez.

Las cifras son récord, sí. Pero las exportaciones nacionales podrían haber crecido más todavía, tal vez a costa de sacrificar parte del consumo interno.

El gobierno prefirió reorientar ventas en algunos rubros sensibles al bolsillo local, con políticas restrictivas sobre exportaciones como el maíz, la soja, la leche en polvo, la carne y el petróleo.

Como desencadenante subieron las importaciones. “El fuerte incremento de la demanda interna necesariamente tiene que generar un aumento de las compras del exterior. De hecho, fue una política de Estado la de incentivar el consumo (incluso desde el gasto público) para dinamizar el nivel de actividad frente a las elecciones. Dado que, hacia delante, es esperable que el consumo mantenga un rol cada vez mayor como sostén del crecimiento, las importaciones crecerán alrededor de US$ 9.000 millones en 2008", pronosticó Aldo Abram.

Espert destaca que el consumo sin duda ha sido la estrella, como pocas veces en los últimos 25 años: creció casi a la misma tasa que el producto, en detrimento de las exportaciones.

¿Qué le espera a la Argentina en 2008? Hay algunos interrogantes. La desaceleración norteamericana (que tendría un impacto en el resto de los países), el comportamiento de los precios internacionales, pero sobretodo, el efecto de las retenciones sobre los exportadores argentinos, abaten las sanas expectativas. Como definió Sica: “los costos funcionan con dólares a pleno, y las ventas se hacen con retenciones. Si bien los precios son muy fuertes, esto afecta las decisiones de inversión. Empresarios medianos dejaron de producir carne para producir soja, y ahora les ponen retenciones”, destacó.

La incertidumbre reina entre los hombres de negocios, que como en una tabla de surf en la cresta de una ola, equilibran tentados por los precios que se pagan en el mundo, pero temerosos de que una medida del Ejecutivo les recorte las ganancias de cuajo.

Ante tantos cambios sorpresivos y las lógicas dudas que genera un nuevo gobierno, trazar pronósticos para los próximos años es casi como hacer futurología.

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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