Al país le conviene acordar con el FMI (*)

Haber postergado y seguir “pateando” para adelante vencimientos de capital con el FMI sin tener firmado un acuerdo, es pan para hoy y hambre para mañana porque la friolera de u$s 4.200 millones que habría que pagarle de capital en 2007, año de la próxima elección presidencial, son sólo postergables firmando un programa (y cumplirlo, obvio) antes de mediados de 2006.

Después de meses de áspera negociación y de haber entrado en atrasos por 24 horas con el FMI, el 10 de setiembre de 2003 el gobierno de Kirchner anunciaba con bombos y platillos que había cerrado un acuerdo (Stand By por 3 años) con su odiado acreedor en el que le había torcido el brazo y le había logrado imponer las condiciones que más le convenían a la Argentina.

Si embargo, sólo seis meses después el acuerdo se caía por los incumplimientos de Argentina con lo firmado: realizar una renegociación de la deuda que tuviera en cuenta no sólo las condiciones de su sostenibilidad sino también los intereses de los acreedores; en sancionar una ley de responsabilidad fiscal que no fijaba ningún límite al aumento del gasto público; en usar al default de los contratos con las privatizadas como medio para que se vaya el capital extranjero y sustituirlo por capital nacional y en subir en vez de bajar impuestos distorsivos como las retenciones.

Desde marzo de 2004 cuando Argentina recibió el último reembolso del FMI de un pago de capital, el acuerdo se cayó y venimos asistiendo a esta altura a una película ya demasiado gastada de un Presidente que tiene como decisión no acordar, pagar parte de lo que vence de capital manera impostergable y maldecir en cuanto idioma existe cómo el FMI desea nuestro supuesto fracaso.

El problema es que los vencimientos de capital de toda la deuda pública para los próximos tres años rondan los u$s 13.000 millones anuales (7% del PBI). Pensar en cancelarlos contra cash es demasiado porque habría que hacer un ajustazo fiscal o una colocación de deuda interna de esa magnitud, lo que pulverizaría la demanda interna de consumo e inversión, llevándonos a la recesión. Por lo tanto, es imperioso seguir consiguiendo financiamiento e ir postergando en el tiempo el impacto de esos pagos.

Una fuente de fondos barata del 4,2% de interés anual (frente a una TIR comparable de casi el 8% en dólares de las licitaciones de Boden 2012) sería el FMI si se consiguiera un crédito Stand By, cosa que Argentina ya tuvo durante seis meses entre octubre 2003 y marzo del año pasado. O sea, no estamos hablando de algo que nunca ocurrió desde que Kirchner y su modelo productivo nos vinieron a “redimir” de los males de la maldita convertibilidad hace ya dos años y medio.

Por más que Kirchner despotrique todos los días contra el FMI y proclame que se quiere desendeudar para independizarse, cada vez que pudo negoció postergaciones de los vencimientos de capital en vez de pagarlos y bajar deuda (los intereses siempre se pagan puntualmente). Lo logró por el 100% de lo que vencía durante el semestre que Argentina cumplió con el acuerdo Stand By firmado en setiembre de 2003 y volvió a repetir, ya sin acuerdo, en setiembre de 2004 (u$s 1.100 millones) y en mayo de este año (u$s 2.500 millones). Postergar pagos de capital al FMI le conviene al país por dos razones.

Una, para un defaulteador serial como Argentina es más barato financiarse con crédito institucional (ejemplo, Stand By del FMI) que en el mercado de capitales. Segunda, no tiene sentido asfixiar a impuestos a la economía blanca (la eficiente, la que compite con el mundo y la que dispara el crecimiento) para enviar dólares al exterior a una burocracia ineficiente como el Fondo, cuando haciendo cosas más o menos razonables (todo un rubicón para este gobierno) nunca se hubiera caído el acuerdo que teníamos, y hace rato ya hubiéramos tenido uno nuevo.

Pero a Kirchner se le va terminando el aire que da patear para delante los pagos al FMI sin acuerdo porque las postergaciones “en serio” ocurren sólo si hay un programa con la venia del Fondo. Cuando firmamos en la primavera de 2003, el 100% de los pagos que había que hacerle entre ese año y 2006 por u$s 12.500 millones (casi la totalidad de la deuda), fueron demorados hasta el trienio siguiente, o sea, no había que cancelarle nada de deuda durante 3 años. Desde que por culpa de los incumplimientos argentinos el acuerdo se cayó, hemos logrado postergaciones, pero sólo por un año en vez de tres, con el agravante que una vez que se posterga un vencimiento, luego se transforma en obligatorio sí o sí al año siguiente.

En 2006 vencen u$s 4.700 millones (2.5% del PBI) de capital, sólo con el FMI (casi el 40% del total). Nunca antes Argentina pagó el 100% de vencimientos de esa magnitud. Siempre se las ingenió para postergar todo o algo dependiendo de si había o no acuerdo con el Fondo por más cacareo oficial a favor del desendeudamiento.

De los u$s 4.700 millones, sólo u$s 1.500 millones son obligatorios (aunque postergables con un acuerdo). Los u$s 3.200 millones restantes son postergables con acuerdo o sin acuerdo pero mediando en este último caso la buena voluntad del FMI ante un pedido explícito del gobierno argentino. O sea, si hubiera acuerdo, automáticamente se postergaría el pago de los u$s 4.700 millones por un plazo muy similar al de la duración del programa con el FMI. De no lograrse un entendimiento, habría que pagar los u$s 1.500 millones obligatorios y se podrían postergar los u$s 3.200 millones postergables en la medida que la relación con el Fondo sea más o menos civilizada (para lo cual sería bueno que el Presidente dejara de vituperarlo) o sino que Chávez y Fidel estén cada vez más “pintorescos” y generen la suficiente preocupación por la región en Washington que haga que Bush no quiera un problema más, también en Argentina.

Pero en esta segunda alternativa, el 2007, año de la próxima elección presidencial queda con u$s 4.200 millones de pagos al FMI 100% obligatorios e impostergables, salvo acordando con el Fondo. De nuevo, por más palabras que el gobierno gaste a favor del desendeudamiento, nunca antes Argentina pagó el 100% de vencimientos de esa magnitud.

Pensemos que 2007 ya será el tercer año de una inflación baja pero de dos dígitos, un gasto público creciente seguirá presionando para poner más impuestos, los costos laborales serán más altos porque el gobierno seguirá subiendo salarios privados por decreto, la tasa de interés doméstica será más alta porque la internacional así lo será y porque seguramente el BCRA seguirá acumulando reservas contra LEBACS. O sea, lo que no necesita el 2007, es más presión sobre el sector privado para pagarle también al FMI.

Así que hace falta un acuerdo con el Fondo antes de 2007. Es más, ya en la segunda parte de 2006 el cronograma de vencimientos de capital con el FMI es muy estresante, así que habría que acordar como tarde antes que termine el primer semestre del año que viene.

(*) Artículo Publicado en Ambito Financiero el día 13/10/2005, Páginas 16

José Luis Espert

José Luis Espert

Doctor en Economía

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