La hija del "Capitalismo trucho"

El economista responsabiliza al Gobierno por implementar un modelo intrínsecamente inflacionario. La demanda crece mucho más r pido que la oferta, advierte, y reclama condiciones para que despegue la inversión, como única solución al rebrote.

La inflación de julio fue menor que la esperada y le dio un respiro al Gobierno. Sin embargo, el aumento en los precios de 7,2% durante los primeros siete meses, anticipa que será muy difícil para el Ministerio de Economía conseguir que el costo de vida no crezca este año más allá del máximo de 10,5 que se pauto en el Presupuesto.

El analista José‚ Luis Espert, calcula que tanto en 2005 como en 2006, la inflación será del 11% y asegura que, si bien no estamos en el umbral de una disparada de precios, este escenario es la lógica consecuencia del modelo económico de Néstor Kirchner, y podría minar un desarrollo de largo plazo.


– ¿Se convirtió la Argentina en un país con una inflación de dos dígitos?

– Sí, de dos dígitos bajos, pero sí. Por lo menos, por los próximos dos años la Argentina va a tener una inflación de dos dígitos. Independientemente de la cantidad de años, el esquema de política económica es un esquema de una inflación de dos dígitos -baja- pero siempre cercano a los dos dígitos.


– ¿A que‚ lo atribuye?

– Es un tema estructural el por que‚ la inflación en la Argentina ha vuelto a ser de dos dígitos. La inflación argentina de hoy es una consecuencia lógica del modelo. Porque es un modelo que incentiva poco la oferta de bienes y servicios, y mucho la demanda. Es un modelo que tiende a generar incoherencia entre la velocidad a la que hoy crece la oferta de bienes y servicios y la velocidad a la que hoy crece la demanda.


– ¿Cómo se da esta “diferencia de velocidades” que señala?

El tipo de capitalismo de origen nacional que el Gobierno pretende desarrollar, es un tipo de capitalismo muy basado en la prebenda y el favor del Estado. Lo llamo capitalismo trucho. No es un problema el querer desarrollar un capitalismo de origen nacional, sino el tipo de capitalismo nacional que se quiere desarrollar. En lugar de establecer reglas bien competitivas, el Gobierno prefiere el capitalismo basado en la sustitución de importaciones. El hecho de que se haya desarrollado un capitalismo donde el Estado es socio, para mí prebendario, corporativo y probablemente corrupto, también hace que la velocidad de crecimiento de la oferta sea baja. Y por el lado de la demanda, la manera y la velocidad con la cual se quiere redistribuir el ingreso -como se incentiva poco la oferta- resulta inflacionaria.


– ¿Pero, redistribuir el ingreso no es urgente?

– La demanda ética de mejorar el ingreso, es inobjetable. La Argentina nunca tuvo estos niveles de pobreza, y nunca tuvo estos niveles de indigencia. Pero el tema es la manera y la velocidad con la cual se hace. La manera y la velocidad, son inflacionarias.

FISCAL

– ¿Qué‚ distinción hace entre la suba del costo de vida de este modelo respecto de la de otros períodos históricos con inflación?

-Es inflacionario el modelo, pero de baja inflación, porque también tiene en claro la necesidad de tener 4 o 5 puntos de superávit fiscal. La historia de la economía argentina de los últimos 50 años, es una historia de la política fiscal. Todas las crisis, todas las recuperaciones, han tenido que ver o con desastres fiscales, o con promesas de ajustes fiscal, incumplidas o cumplidas como en este caso. Todo el origen es fiscal.


– O sea que si bien es un dolor de cabeza, no hay riesgo de una disparada.

– Mientras el Gobierno mantenga una situación fiscal sólida, no hay ni riesgo de hiperinflación, ni riesgo de una economía con una inflación del 30 o 40%, que se vaya fuera de control. Pero si bien la solidez fiscal evita inflaciones locas, no evita una inflación de dos dígitos baja, que pueda pegarle mal a la actividad económica, si el Gobierno persiste en este tipo de capitalismo.


– En el Palacio de Hacienda, arguyen que la inflación es propia de toda economía que crece. ¿Qué‚ opina?

– No, es mentira. Durante la convertibilidad, la Argentina creció a un promedio anual -tomando 1991-2001, con todas las crisis adentro- del 3,7% anual. Y no tuvo nada de inflación. Además, la experiencia internacional no muestra eso. Si uno mira en los últimos 20 años los países que han crecido a tasas del 6 o 7%, le da un promedio mucho más bajo de tasa de inflación, mucho más bajo que el promedio de la Argentina actual.

NIVELES INTERNACIONALES

– ¿A que‚ tasa debería tender el país?

– La Argentina tiene que ir a la inflación internacional, del 2,5 o 3%, no más. Después de la hiperinflación, acá cambiaron muchas cosas en materia inflacionaria. La epidermis Argentina quedó muy sensibilizada con la inflación. La actividad económica sufre mucho cuando la inflación crece a estos niveles. Aunque no sean tan altos.


– ¿Por qué sufre mucho?

– La gente deja de consumir y el empresario deja de invertir. Hay mucho miedo a la inflación. El susto es pequeño con 11%. Pero en el primer trimestre, la inflación anualizada fue del 17% y la economía, sólo creció 0,5% respecto del cuarto trimestre del año pasado. Creció 9% respecto al mismo trimestre del año pasado, pero desestacionalizada, si uno mira bien los números, la economía se estancó.


– ¿Y usted lo explica por los precios?

– Sin dudas. Es ciento por ciento debido a la inflación. La gente se asustó mucho. Así que, un número de entre 15 y 20%, directamente para la actividad económica. Por eso creo que hay que ir a inflación internacional.


– ¿Cómo afecta a los sectores de menos recursos?

– Con una inflación de entre 10 y 11%, en el mejor de los casos, la pobreza deja de bajar. Con 15% de inflación, ya la pobreza sube.

MEDIDAS

– ¿Qué‚ debería hacer el Gobierno para contrarrestar el aumento?


– Primero, tiene que dejar de hacer lo que esta haciendo: intentar controlar precios con estos absurdos acuerdos de precios. Lo que tiene que hacer es atacar las causas de la inflación en la Argentina, que son estar incentivando la demanda, con reglas truchas para la oferta y la inversión. Para parar la inflación, lo ideal sería que hiciera un capitalismo abierto al mundo, no corporativo y que parara de “pichicatear la demanda” como lo esta haciendo con aumentos de sueldos por decreto y gasto público. Si no quiere hacer esto, que sería el first best, el second best sería optar. Si quiere congraciarse con ciertos sectores empresarios porque seguramente hay una renta para ellos, no puede incentivar la demanda como la esta incentivando porque si no, crece mucho más que la oferta. Y si no, si quiere incentivar la demanda de esta manera, va a tener que dar condiciones para que en el mundo, la gente se vuelva loca por invertir acá.


– ¿Cuánta inversión hace falta para dar respuesta a esta mayor demanda?

– Para abastecer este crecimiento de la demanda sin inflación, la inversión tiene que crecer un 50% por año, y este creciendo al 30 o 35% por año. No va.


– Eso es para el largo plazo. ¿Cómo frena los incrementos de los alimentos, que sufren los segmentos de menos ingresos?


– Pare de aumentar el gasto público, pare de dar aumentos por decreto y la inflación le va a bajar en cuatro meses a entre 0 y 2%. Además, si usted mira el índice de precios, ya el 60% del índice tiene inflación, no son sólo los alimentos. De hecho, desde la devaluación, si se observan los rubros que m s subieron, son todos los sectores protegidos por el Gobierno, los socios de este capitalismo trucho del cual hablo. Es cierto que en los últimos meses ha ido cambiando un poco, y se ha ido m s a favor de alimentos que de los sectores protegidos.


La solidez fiscal evita caer en la hiperinflación

El leve pero incesante incremento en los precios no pasa de ser un dolor de cabeza gracias a un pilar fundamental sobre el que se apoya la administración de Néstor Kirchner: la histórica firmeza de las cuentas públicas, observa José Luis Espert.


– ¿Hasta cuándo durar este crucial respaldo?

– La situación fiscal del año que viene, no es tan sólida como la de este año, pero sigue siendo una situación donde hay superávit después del pago de intereses de la deuda pública. Lo que estamos discutiendo es cuánto superávit hay después del pago de intereses de la deuda pública. Este año, el superávit después del pago de intereses de la deuda pública va a ser de 3,2% del Producto y el año que viene va a ser la mitad. Pero después del pago de intereses. La Argentina siempre tuvo déficit antes del pago de intereses de la deuda pública. Hoy estamos discutiendo en la Argentina cuánto superávit habrá después del pago de intereses. La situación fiscal de 2006 se va a deteriorar respecto a este año, pero va a continuar siendo superavitaria aún después del pago de intereses.


-¿Cuán importante es el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) desde el punto de vista fiscal?

– Es central. Es crucial porque le baja la demanda de superávit fiscal para pagar la deuda. La Argentina, si no tiene acuerdo con el Fondo, tiene que pagar en 2006 y 2007, 4.500 millones de dólares por año sólo al Fondo. Si se le suma el BID y el Banco Mundial, por lo menos hay que subir 2.000 millones de dólares más la cuenta. Es un esfuerzo fenomenal para el sector privado. Tiene que seguir pagando impuestos para pagar afuera. Es deflacionario a la demanda doméstica.


– Pero gracias a esa presión impositiva el Gobierno le paga al FMI.

– Es una transacción perversa esa. Porque los que pagan los impuestos son los sectores blancos, los eficientes y productivos, los que explican el crecimiento. Y nosotros estamos violando impuestos al sector privado para mandar plata a una burocracia ineficiente como el Fondo. Es absurdo. Y además tiene deuda barata. A m¡ me parece necesario por esto un acuerdo con el Fondo. No por otra cosa. Porque el Fondo es un desastre como auditor. Pero es inteligente un acuerdo con el FMI para dejar de desangrar al sector blanco para pagarle la deuda al Fondo.


En la Casa Rosada se habla de una estrategia de desendeudamiento. ¿Cómo la ve?

– Es mentira que el Gobierno tenga una estrategia de desendeudamiento. No se está desendeudando porque quiere. No es Brasil, que decidió empezar a repagar la deuda con el Fondo. La Argentina se desendeuda porque no le queda otra, porque no le prestan todo para pagar los vencimientos de capital. Le pagamos al Fondo porque no hay acuerdo. Como no hay acuerdo, el Fondo no le refinancia más los vencimientos de capital. Entonces tiene que pagarlos (o puede defaultearlos, Dios no me oiga), y desangrar al sector blanco. Acá estamos viendo uno de los costos del default. Nos prestan pero a tasas muy caras, y entonces no se endeuda y tiene que salir a pagar. Aquel 75% de aceptación que tuvo la renegociación de la deuda, dio una imagen equivocada de los costos que tuvo el default. Hoy a la Argentina le cuesta conseguir financiamiento.

Los límites del nuevo modelo

– La Argentina, se advierte en muchos think tank, está en un momento decisivo. La discusión entre pensadores y economistas es que‚ se debe hacer para que la tibia mejora en los indicadores sociales producto de la recuperación económica se prolongue de forma sostenida. José Luis Espert, contundente, execra la política económica vigente.

Mientras se estima que el país superará este año el pico histérico de actividad y de industria, y mientras el Gobierno se esfuerza por mostrar a fin de año una desocupación en descenso -planes sociales mediante-, para Espert el futuro es negro: o se vira el rumbo económico, o el despegue económico se convertirá en aterrizaje de emergencia.

– ¿Cuáles serían las condiciones que tendrían que modificarse?

– Debería hacer todo lo inverso a lo que está haciendo el ministro Julio De Vido en la cartera de Planificación. Es una vergüenza cómo se le ha mojado la oreja durante tres años a todas las privatizadas. Una cosa es renegociar los contratos, y otra, faltarles el respeto en tres años.


– ¿Por qué‚ habla de faltas de respeto?

-Por que nunca se han renegociado los contratos, siempre se ha vituperado a las empresas diciendo que tienen rentas exageradas, diciendo que ahora tienen que perder plata. Por la manera mafiosa de negociar diciendo que se da aumento en 6 meses, pero pidiendo que se baje la demanda del Ciadi. Ese es el ejemplo de lo que hay que hacer para tener un capitalismo no trucho.


– ¿Cómo explica que en estas condiciones, se proyecte un crecimiento de 7% para este año, y un avance del 5 para el próximo?

– La Argentina durante diez años viola la ley de gravedad y tardó diez años en volar en pedazos. La ley de convertibilidad durante 10 años tuvo déficit fiscales de cuatro puntos del Producto Bruto Interno, con una deuda pública que todos los años le crecía más o menos 10.000 millones de dólares. Un día se defaulteó. Ahora es lo mismo. El cambio fiscal que ha hecho la Argentina ha sido tan grande, que ha roto la historia en los últimos tres años. Por eso el envión que puede tener puede durar hasta que termine el mandato de Kirchner, quizás.


– ¿Qué evolución del PBI espera para 2005?

– Nuestro pronóstico para este año es de 7,5% y para el que viene es de entre 4 y 5%. El crecimiento de 2006, ya es la mitad de lo que crecía en 2003. No estamos discutiendo si hay recesión o no, pero hay efectos sobre la actividad económica. Por culpa del capitalismo truchón, en menos de tres años, pasamos de crecer el 9 al 5%. La Argentina va a converger a una tasa muy mediocre de crecimiento, del 2 o 3%.

– ¿Habría problemas de abastecimiento energético que afecten la actividad económica en el corto plazo?

– El Gobierno va a tener que dar algún ajuste de tarifas. Aunque se está‚ echando a patadas al inversor estratégico en las privatizadas, y pasándolas a manos de los amigotes de Kirchner, algún ajuste de tarifas va a tener que dar para que algunos de los amigotes de Kirchner pueda dar electricidad.


“No es un problema monetario”

A contramano de quienes se alarman con cada intervención del Banco Central en el mercado cambiario y señalan al órgano que conduce Martín Redrado como responsable de impulsar los incrementos en los precios, José Luis Espert es terminante: desvincula el rebrote inflacionario de la política monetaria. Eso sí se está gestando un voluminoso déficit cuasi-fiscal, avisa.


– Ante la vuelta de la inflación, ¿cómo analiza el rol del Banco Central?

– Categóricamente, la inflación no es un problema monetario en la Argentina. Hoy la Argentina tiene un tipo de cambio cuasi-fijo, con superávit fiscal importante, y con poco ingreso de capital golondrina.


-Varios especialistas han alertado sobre que la intervención de la autoridad monetaria para sostener dólar alto estimula la suba de precios.

-Yo no entiendo a los que se preocupan por el tema monetario porque durante una década la Argentina tuvo un Banco Central comprando todos los días dólares, a un peso por dólar. Hoy se compran dólares a 3 pesos. Sin embargo, las compras antes se hacían con un déficit fiscal monstruoso, a tal punto que defaulteamos la deuda. Hoy se hacen con superávit fiscal después del pago de intereses, pero hay gente que se preocupa por lo que se emite. No entiendo la preocupación. Si usted no emite pesos para dar crédito interno, redescuentos o déficit fiscal, los pesos contra dólares no producen inflación. Podría ser si ocurriera una especie de tsunami de capitales golondrina, pero no es el caso.


– O sea que también es falsa la idea de que el Banco Central debería elegir entre frenar la caída del dólar o luchar contra la inflación.

-Primero le digo que la inflación no es por emisión monetaria, pero en segundo lugar, está mal que el Banco Central pretenda controlar todo: tasa de interés, tipo de cambio y precios. Es un pandemonium. En tercer lugar, está mal que el Banco Central salga a endeudarse con Lebac, para darle en realidad a los bancos oficiales que son los que tienen depósitos oficiales. El Banco Central debería decirle a Lavagna: `no deposites el superávit fiscal en los bancos oficiales, porque después tengo que absorber esa liquidez con Lebacs, me endeudo y genero un déficit cu si-fiscal’. Y todo para que el Banco Nación y el Banco Provincia tengan rentabilidad. Y los privados también porque se alimentan de los públicos.


– ¿Y hasta cuándo ve sostenible esa combinación de políticas?

– Todavía los intereses que le cuesta el cuasi-fiscal son bajos. Estamos hablando de 1.200 millones de pesos por año (500 millones de dólares). Hoy el superávit fiscal, después del pago de intereses, está en 3.500 millones de dólares. Se están gastando 500 en el cuasi-fiscal, y le quedan 3.000. Sigue teniendo una situación holgada. Pueden aguantar bastante tiempo m s con esta situación, lamentablemente.

Nota Original: LA PRENSA | 07/08/2005



José Luis Espert

José Luis Espert

Doctor en Economía

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