Tenemos una política económica de la decadencia

Según el economista, hay ciertos factores que han incidido para que el país muestre algunos signos de recuperación. Sin embargo, sostiene que las recetas del gobierno para incentivar la economía son arcaicas y no se basan en un cambio profundo de políticas que permitan el crecimiento duradero de la Argentina.


Con respecto a la economía, ¿cuáles son los factores que están impulsando al alza el nivel de actividad económica que, efectivamente, es mayor al de 2002 y de 2003?

– Este cambio que ha habido representa 20 puntos del producto: se trata de un monto fenomenal, estamos hablando de 20 puntos de “shock”, de “push” hacia adelante. Y yo diría que esto se produce por tres factores principales.

En orden de importancia, el primero es la desaparición del pánico a la hiperinflación después de la devaluación, que marcó un cambio muy fuerte en los flujos de los capitales de residentes argentinos, no así de los extranjeros. En el último trimestre de 2001, ya cuando se terminaba la convertibilidad, la fuga de capitales argentinos al exterior alcanzaba un nivel de 26.000 millones de dólares y los flujos de capitales de no residentes habían desaparecido tres años antes. En un semestre, de 26.000 millones de dólares de fuga de capitales pasamos a 4.000 millones de dólares. Esto, que empezó a darse con el gobierno de Duhalde y se continuó con el de Kirchner, con el denominado “plan o modelo productivo”, es una cifra muy similar a los mejores años de Menem. De hecho, en los ’90, la fuga de capitales, en líneas generales, no fue mucho menor de 4.000 millones. La entrada neta era mayor porque el no residente aportaba mucho capital.

El segundo factor, que representa 5 puntos del producto, de empuje de la economía, ha sido el efecto que produjo la suba del precio de la soja. Pero, cuidado, porque hoy la soja está 100 dólares debajo de su mejor momento. Vamos a tener que ir monitoreando bien qué pasa ahí.

Y el tercero, que es el factor más débil, ha sido la situación financiera internacional muy benévola que ha habido estos años. Y digo que es el más débil de los factores porque Argentina está fuera del mercado de capitales porque por el default nadie le presta. Sin embargo, esta coyuntura colabora en tanto que Brasil se ha recuperado luego de la recesión que tuvo en 2002 y 2003. Y que ese país ande más o menos bien a la Argentina le sirve porque es su gran red.


– Ahora bien, si las tasas internacionales en vez del 1% anual hubieran sido del 4%, ¿la Argentina no hubiera sufrido una fuga de capitales mayor?

– Seguramente.


– Entonces sí le jugó a favor, en gran medida, esa benévola situación internacional que usted mencionaba…

– Sí. Probablemente sin esta coyuntura internacional no se hubiera logrado tener una caída tan grande en la fuga de capitales –que de todas maneras no desapareció, sino que sigue existiendo-, y en vez de ser de 26 a 4, hubiera sido de 26 a 16. Pero, de una forma u otra, hubiera existido una caída. Claro que menor…


Pero, ahora, frente a los hechos de que la soja está en un proceso de desaceleramiento –es decir, el efecto precio se está languideciendo–, y de que la tasa de interés empieza a subir –todavía muy poco, pero ya se va sintiendo–, la pregunta es: ¿hasta dónde la desaparición del pánico por la hiperinflación, que ya es historia, que ya es una situación vieja, sigue dando jugo?

Y aquí creo que hay un factor que hasta ahora no había aparecido y que hoy sí empieza a aparecer, que es el crédito. El crédito está empezando a crecer por primera vez en 5 años.


– Lo que quiere decir que los consumidores empiezan a pensar: “ya se me fue el susto, entonces la plata que yo había guardado y la había puesto debajo del colchón, la pongo en el banco…”

– Claro, ya pasó eso. Eso es la contracara de la recuperación que tuvimos. Explica parte de la construcción.


– Pero, ¿cuántos colchones hay en el país? Yo no creo que haya tantos como para sostener el nivel de ritmo de la construcción.

– No, claro, pero veamos. En el mejor momento de la década del ’90 la fuga de capitales de argentinos al exterior fue de 2.000 millones de dólares, hoy estamos ahí nomás. Yo no veo que Kirchner logre que ese número mágico baje de 4.000 millones, que es la contracara de los colchones que usted está planteando. Además, hay que tener en cuenta que las propiedades han subido muchísimo. En algunas zonas de Buenos Aires, hoy, la propiedad, en dólares, vale igual que antes de la devaluación. Los costos de los materiales han subido mucho. Y de pronto, entre la suba de los costos para producir inmuebles, la suba del metro cuadrado y el hecho de que cada vez se tenga menos debajo del colchón, sin duda me parece difícil que uno vea mucho más en lo que es construcción privada.

Pero en todo esto está faltando el dato del crédito que está apareciendo. Por el lado del colchón yo no creo que se tenga mucho más. Pero sí, por el lado del crédito, puede ser que se observe más construcción y también por la obra pública. El gobierno anunció obras públicas por 10.000 millones de pesos. Una parte está en ejecución y otra es a futuro.


– ¿Cómo se consigue ese dinero? Porque, aunque no está muy claro, buena parte del financiamiento de esa obra pública sería vía impuestos. ¿Esto es así?

– Y sí, en Argentina esto es siempre así.


– Ahora, si yo le saco plata a usted y se la doy al albañil para que construya y compre ladrillos, finalmente lo que cambia es que Ud. se queda con menor poder de demanda y el albañil lo aumenta. ¿Dónde está la reactivación?

– La hipótesis que supongo sostendrá el gobierno para lanzar esto es que cuando le dan empleo a una persona que tenía un Plan Trabajar y no tenía ocupación, esa persona tiene una propensión a consumir que representa el 80% del producto y que es mayor que la de la persona que tiene mucho dinero y que tiene una propensión a consumir más baja.

Entonces, ahí hay una redistribución desde el que consume poco al que consume mucho que favorece al producto total. Esta es la hipótesis, aunque sean planteos más viejos que la humedad. ¡A esta gente la sacamos de un placard!


– Pero eso es lo que tenemos…

– Sí. No hay más.

En conclusión, Argentina hace 6 o 7 décadas que está en decadencia y hace 30 años que no crece. Como consecuencia de esto, terminó siendo un país pobre. Donde los que gastan bastante representan el 20% de la población que tiene la mitad del producto. Y hay que confiar en eso para crecer. Por lo tanto, con estas ideas que hay hoy, el país crecerá un año o dos, un tiempito. Pero esta política que tenemos, al igual que pasó con Menem, con Alfonsín, va a seguir estando y es una política económica de la decadencia.

Entonces, más allá de esta recuperación que como mucho podrá durar 3, 4 años, o lo que Kirchner logre para su reelección, nada cambió realmente como para creer que la Argentina va a crecer al paso de China, como para pensar que pueda crecer de manera seria y sostenida por un cuarto de siglo como lo han hecho ellos y como necesitaríamos hacerlo nosotros

Nota Original: POLÍTICA PARA TODOS | 22/07/2004 

José Luis Espert

José Luis Espert

Doctor en Economía

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