Menos clientelismo para pagar más

Está claro que no hay mucho para embargarle a la Argentina, ya que estamos hablando de un Estado quebrado que casi no tiene bienes en el exterior. La cuestión no es hoy, sino mañana. Estar corriendo de los acreedores se inserta dentro de una larga tradición que no ha dejado de marcar la fortuna de todos los argentinos. Veamos.

Hace ya más de 70 años que Argentina tomó el mal camino: el del “país cambalache”, profundizado desde la segunda guerra mundial cuando abrazó una versión de capitalismo prebendaria, corrupta, corporativa, de Estado socio del sector privado y pueblo lo peor educado posible para que comprara cualquier “buzón”. Es el mismo camino que ahora pretende seguir el Gobierno cuando afirma irresponsablemente que los embargos no tienen relevancia o que los bienes del Estado están bien resguardados.

El problema es que luego de más de siete décadas de “viveza criolla” a lo largo de las cuales nos declaramos neutrales frente al avance del nazismo en la segunda guerra mundial, “guerreamos” en Malvinas a la segunda potencia del mundo y ahora realizamos el default más grande de la historia, hemos terminado en la peor crisis que Argentina haya podido tener, con record de pobres y sin educación.

Pero parecería que a la elite que gobierna, responsable sin duda de una parte de lo que nos pasa, no le alcanza con 70 años de “avivadas” y ahora va por más: hacernos creer a todos que un acreedor cuando quiere cobrar es un delincuente y por lo tanto merece el peor de los escarnios. El mundo civilizado no funciona así. Obviamente, que Argentina necesita una quita grande sobre su deuda para evitar otro default en algunos años. El tema es cuánta.

En primer lugar, resulta claro que la propuesta del Gobierno de reconocer sólo el 10% de lo que nos prestaron es inviable. Han pasado casi cinco meses desde que fuera presentada y ni siquiera pudo armar el sindicato de bancos colocadores de la nueva deuda; además, el FMI nos dice todos los días que negociemos de buena fe. Segundo, sólo ahorrando algo del boom de recaudación por la mejora económica, sin ajuste recesivo y sin necesidad de matar de hambre nadie, se puede mejorar la oferta a niveles coherentes con la experiencia internacional y avanzar en la reestructuración.

Lo que el gobierno no dice cuando se planta en su ridícula propuesta de una quita de 90%, es que quiere seguir gastando en clientelismo político todo el aumento de recaudación que trae la espectacular recuperación de la economía. El gasto público primario ya creció $17.000 millones desde el 2001 y puede aumentar entre $8.000 y $11.700 millones en 2004 con lo que totalizaría un aumento de $25.000 a $28.700 millones en los primeros tres años de “modelo productivo”.

Ahorrando parte de los $13.700 millones que subirá la recaudación este año se puede cerrar de manera sostenible el acuerdo sobre la deuda sin que ningún argentino sufra nada (pasando de un superávit primario de 3% del PIB a uno de 4,5%). Sólo hace falta menos ideologización barata sobre un tema tan profesional como una reestructuración de deuda soberana, menos ambición política de ser reelegido en 2007 por parte del Presidente Kirchner .

Nota Original: LA NACIÓN | 07/02/2004

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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