El FMI en peligro

Estados Unidos y el FMI, cada uno por sus propias razones, otorgaron un acuerdo a Argentina, dando el visto bueno para que el país planteara una quita cuantiosa del 75% a los acreedores impagos. Ahora el juego queda del lado de estos últimos, quienes seguramente profundizarán las represalias comenzadas hace ya más de un año. La presión para que los organismos internacionales entren a la misma bolsa que el resto será muy fuerte.

La Argentina tenía una deuda con el FMI de u$s 2.500 millones en 1991, cuando se lanzó el ya colapsado plan de convertibilidad. Hoy la deuda llega a los u$s 15.000 millones (es el 3er. deudor más importante). Ciertamente éste fue uno de los factores de mayor peso detrás del acuerdo que la Argentina consiguió primero en enero 2003 (transitorio) y luego recientemente (a tres años). Si usted le debe u$s 10.000 al banco, está en un problema. Pero si Ud. le debe u$s 1.000.000 millones, es el banco quien está en problemas.

Desde la perspectiva del FMI, hacer el roll-over de los vencimientos de Argentina es la única forma de no verse obligado a mandar el dinero a pérdida (Argentina no le pagaría con Reservas) y afrontar la ira de sus accionistas (Estados Unidos, las principales economías europeas y Japón). Más cuando en el Gobierno americano encontramos al Partido Republicano que llegó al poder pregonando la doctrina del bail-in (el que prestó mal tiene que asumir la pérdida) y al que no le agrada que el FMI ande dilapidando por ahí “el dinero de los carpinteros y plomeros americanos” en “causas perdidas” como decía el ex Secretario del Tesoro de USA Paul O´Neill.

La única particularidad, si se quiere, es que en este caso el FMI corría con desventaja ya que tenía mucho más que perder que la Argentina, país que protagonizó el default soberano más grande de la historia y hoy por hoy no recibe ningún dinero fresco de los organismos multilaterales. Es que en última instancia el Fondo se juega su misma existencia, en un momento en el cual está siendo atacado tanto por derecha (republicanos de Bush en el poder) como por izquierda (quienes ven al FMI como uno de los adalides de la globalización, ajustes ortodoxos y demás pecados).

Por su parte, el Gobierno americano dio el OK al acuerdo con tal de evitarse nuevos problemas y poder ocuparse de los temas que le preocupan en la arena internacional: terrorismo y la guerra que en Oriente Medio están librando israelíes y palestinos.

De este modo, todo el encono de los acreedores externos ahora se dirige también al FMI que no sólo promocionó a Argentina durante los ´90 como el alumno ejemplar, sino que luego dio luz verde, por primera vez en su historia, para que desconociera casi por completo a los prestamistas privados al permitirle un superávit fiscal mínimo de 3% del PIB para pagar sólo la deuda que hoy no esta en mora. Esto significa que los acreedores iniciarán acciones legales para interceptar los pagos de la Argentina al FMI cuando no directamente para mandarlo a la reestructuración con quita, poniendo en riesgo su existencia.

Esto nos lleva al rol de acreedor privilegiado del FMI, en cuya defensa cabe aducir dos argumentos: 1°) en términos netos no está cobrando, ya que la Argentina paga en la medida en que luego recibe un desembolso de la misma magnitud; y 2°) El FMI ha demostrado que es capaz de poner dinero cuando todos sacan. Argentina recibió del FMI u$s 10.000 millones netos durante 2001 cuando la fuga de capitales privados alcanzó a los u$s 34.000 millones. Para que este tipo de prestamista de última instancia pueda existir es necesario poner sus acreencias a resguardo de aquellas otras que pudieran tener los acreedores comunes.

Pero el acuerdo otorgado a la Argentina pone al FMI en peligro no sólo por la quita que pudiera llegar a recibir si cayera en la misma bolsa que los demás acreedores, sino también por el mal ejemplo que sienta para todos aquellos países que están con metas fiscales estrictas (Brasil, Ecuador, Turquía, etc. Al cierre de esta columna se debatía en Brasil la necesidad y conveniencia de renovar el acuerdo con el FMI y para los miembros radicales del PT que culpan al ajuste fiscal de la recesión el caso de la Argentina es un “ejemplo a imitar” (negociar con dureza y llegar al default si es necesario).

No hace falta aclarar que un escenario de relajamiento fiscal generalizado en los países con programas estructurales con el FMI resultaría en un ataque con munición pesada a la existencia del organismo, ya que volvería a arrojar a los acreedores internacionales contra el Fondo, que pretende seguir jugando de acreedor privilegiado, única manera de evitar quitas de capital sobre sus acreencias que implicarían su quiebre patrimonial.

Nota Original: AMÉRICA ECONOMÍA | 24/10/2003

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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