FMI: nuevo error con la Argentina

El FMI ya se equivocó una vez con Argentina al apoyar durante una década un plan incoherente técnicamente como la convertibilidad que terminó en un verdadero desastre. Hoy comete el error de haberle dado un acuerdo al gobierno de Kirchner sin pedirle nada serio en materia de reforma estructural, cosa que es central para sostener durante una década la recuperación económica presente.

Previo a la convertibilidad, la Argentina ya había tenido una experiencia traumática de estabilización mediante el atraso cambiario como fue la Tablita de Martínez de Hoz. Se sabía que para que una fijación del tipo de cambio no terminara posteriormente en una explosión cambiaria tenía que estar acompañado por una política fiscal de extrema austeridad y que por más que no se emitiera dinero desde el BCRA ni se colocara deuda interna, si había déficit fiscal que se financiaba externamente, todo terminaba mal, muy mal.

Curiosamente en 1991, 10 años después del colapso de la Tablita, se lanzaba otra vez una plan de estabilización que usaba al tipo de cambio nominal como “ancla” de los precios. El FMI no podía ignorar que el tener 0 pesos de déficit fiscal todos los días era la condición necesaria para que la convertibilidad no se cayera. Es más, Domingo Cavallo, Ministro de Economía de entonces, siempre se quejó de que el FMI no apoyara su plan de fijación cambiaria desde el vamos, seguramente porque sabía que una convertibilidad exigía una disciplina fiscal de tipo monacal que un país incorregiblemente indisciplinado como el nuestro no la podría lograr ni tampoco mantener.

Sin embargo, el FMI no sólo terminó convalidando la convertibilidad (nos dio un acuerdo tras otro sin chistar durante una década) sino que compró el ridículo "cuento" cavallista de que las ganancias de competitividad que se estaban produciendo en Argentina por la privatización y la liberalización de mercados, más que compensaban el brutal atraso cambiario que causaba una política fiscal muy expansiva y que por lo tanto no había que tener preocupación cambiaria alguna. Por todo esto nos puso como ejemplo a seguir en el mundo emergente.

El error del FMI fue bendecir y apoyar fervorosamente un plan que era totalmente incoherente desde el punto de vista técnico y que ya había demostrado su inviabilidad en Argentina nada más que una década atrás con el colapso de la "Tablita": no se puede mezclar una fijación del tipo de cambio nominal con déficit fiscal, menos financiado externamente y menos todavía en una economía que se dolarizaba.

Parece que el colapso ha sido aleccionador, incluso, hasta para las mentes más febriles. Desde el gobierno de Duhalde a esta parte, el ajuste fiscal (que poco a poco Kirchner va degradando), vía el no pago de la deuda claro está, ha hecho que pasemos de un déficit de casi 5% del PIB antes del fin de la convertibilidad al equilibrio fiscal de hoy. Hecho inédito: un gobierno de centro-izquierda que logra equilibrio fiscal y mantiene el tipo de cambio fijo en casi $3 mediante las compras del BCRA (sino se caería por debajo de $2,8).

O sea, hasta ahora, el "Modelo Productivo"; inaugurado por Duhalde y seguido por su delfín Kirchner, técnicamente es más coherente que la convertibilidad: quieren el tipo de cambio fijo en $3 (una especie de convertibilidad vergonzante) para reactivar, entonces tienen equilibrio fiscal que, como está logrado sobre la base del no pago de la deuda externa, nos tiene fuera del mundo pero de todas maneras crecemos porque hay ingreso de capitales de residente argentinos que permite aprovechar la capacidad instalada ociosa para expandir la producción mientras nos "comemos el capital" y además porque la soja tiene buenos precios.


Sin compromiso

El FMI acaba de cerrar un acuerdo con Argentina en el que no hay ningún compromiso serio en materia de reforma estructural. Así como en los 90 el FMI debió poner en un primer plano el tema fiscal y en segundo la reforma estructural (hizo exactamente al revés), hoy que el "Modelo Productivo" no va a explotar, lo importante es qué hacemos con las compensaciones a los bancos, las tarifas de los servicios públicos privatizados, la vergonzosa ley de bienes culturales, la suspensión de las ejecuciones hipotecarias, la coparticipación de impuestos, la presión impositiva formal salvaje y distorsiva, etc. Nada de todo esto se pone claro en el acuerdo, todo está lo suficientemente lavado como para que el gobierno de Kirchner haga lo que quiera con cada tema.

Hoy, lo fundamental es sostener por una década como mínimo el crecimiento que estamos logrando por la combinación del shock positivo de expectativas de una centro izquierda que logra el equilibrio fiscal con tipo de cambio fijo, más nuestros precios de exportación en buenos niveles. Y para sostenerlo hay que hacer reformas y evitar que Kirchner se crea que su modelito de "reinstalación de la movilidad social ascendente" es el que reactiva.

Incluso, dado que Argentina, luego del tipo de default que está haciendo a todo aquello de lo cual vivió durante 10 años (la inversión extranjera directa y el endeudamiento) con el no ajuste de tarifas y el no pago de la deuda, no recibirá flujos de capitales por mucho tiempo, necesita más que nunca buscar otra manera de seguir vinculado al mundo y salir de la autarquía en la que está. Y esto implica hacer una apertura de la economía de baja de aranceles de importación y de retenciones a las exportaciones muy drástica para vivir del comercio internacional, de lo que podemos venderle al mundo, como por ejemplo hizo Chile en los 80. De esto el FMI, equivocadamente, no dice nada.

Somos una economía muy cerrada que no compite con el mundo. Tenemos que abrirnos al comercio con más urgencia que nunca. No vamos a sostener esta recuperación durante una década con la "truchada" de Kirchner de dar subsidios a los pobres financiados con impuestos a los ricos o con prebendas para los perdedores de la convertibilidad financiadas con pérdidas para toda la sociedad como el ridículo de tener un acuerdo de libre comercio con Brasil con cuotas de importación o aranceles móviles como están pensando los “genios” de la Cancillería argentina.

Además hay que bajar impuestos, en vez de seguir aumentando el gasto público. Este último ya es igual en términos reales que antes de la debacle, por eso el tipo de cambio es de $3 en vez de $1. Ya es suficiente. No hace falta una nueva ronda de aumento como plantea el Proyecto de Presupuesto que al gobierno acaba de enviar al Congreso. De esto el FMI tampoco dice nada.

Por si todo lo anterior fuera poco, el Banco Mundial y el FMI luego de darle un acuerdo a la Argentina en el que no se le pide nada serio, salen al otro día a pedir de todo: reestructuración en las privatizadas, reforma laboral, reforma bancaria, advierten que hay que cerrar rápido un acuerdo sobre la deuda ¿Para qué le dieron entonces un acuerdo a la Argentina que es más fácil de cumplir que “jugar con tierra”?

Se lo dieron para cuidarse ellos mismos, para protegerse. Si Argentina no recibía un acuerdo, le iba a defaultear al FMI y se hubiera dado la situación de un Brasil en recesión por un “ajustazo” fiscal para evitar el default de la deuda y Argentina defaulteando al FMI pero creciendo. Obviamente que Brasil con el tiempo hubiera seguido los pasos de Argentina y juntos le hubieran generado un problema patrimonial de órdago al FMI que, con los republicanos de Bush en la presidencia de los EE.UU. a lo mejor terminaba con el cierre del organismo y todos sus burócratas en la calle.

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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