El problema de la Deuda

La deuda argentina transformó los números en un estado de ánimo. Las claves de cómo países y empresarios deben negociar con sus acreedores y, al mismo tiempo, crecer.

"Critón, le debemos un gallo a Esculapio. Paga mi deuda y no la olvides" Platón atribuye esa frase a Sócrates antes de morir. Es imposible recorrer la historia sin tropezar con deudas convertidas en fuente de padecimientos. En Argentina, su presencia es obsesiva. En 25 años pagamos 145.000 millones de dólares por una deuda que era de 7.800 millones en 1975, y sin embargo hoy asciende a 155.442 millones.

Duhalde asumió porque esa deuda impagable hizo estallar la convertibilidad. Hoy sigue siendo el tema central de la macro y la microeconomía. Y la clave está en renegociarla bien para recuperar el crecimiento. ¿La causa de nuestras desventuras es financiera o ética? Rubens Ricupero, ex ministro de economía de Brasil, asegura que EE.UU. y el FMI aplicaron a Argentina la "tesis del riesgo moral" por su endeudamiento excesivo. ¿Esa inmoralidad nos pertenece o es compartida con quienes nos dieron más de lo que podíamos devolver? Sigmund Freud exploró la relación entre deuda y culpa, pero jamás llegó a imaginar 36 millones de pacientes.


Una libra de carne

En la Fundación Capital opinan que para reestructurar la deuda pública se debería duplicar el superávit primario fiscal de 2,1% del PBI. Y la consultora Espert señala que ese PBI debería crecer un 4%. Pero una deuda puede ser impagable si hay ratios negativas. Las relaciones deuda-exportaciones, intereses-exportaciones/gasto público/flujo fiscal, todavía no cierran positivamente.

En 2001 se necesitaban sólo 3 años de recaudación para pagar la deuda pública, y en 2002 hacían falta 10 años. La relación deuda/PBI se triplicó en un año del 54% al 159%. Y las reservas del Banco Central son el 40% de las de 2001 Shylock, en "El mercader de Venecia" de Shakespeare, puede cortar una libra de carne cerca del corazón de su deudor si no derrama sangre.

"Shakespeare hacía la observación de que la ley debe ser sazonada con la piedad, con la misericordia, con la razón" razona el periodista mexicano Ramón Flores.

Anne Kruger, directora del FMI, quiso aplicar a los países en deuda como el nuestro el Chapter 9 (Capítulo 9) de la ley de concursos preventivos de EE.UU., que se implementa en ese país en estados o municipios insolventes, y permite nombrar autoridades externas para manejar la deuda.

Europa le dijo no, porque el FMI, el Banco Mundial, el BID y el Club de París temen que el bisturí de Kruger perfore su corazón financiero: Argentina les debe 31.702 millones de dólares.


Dioses, promesas y bonos

El filósofo Friedrich Nietszche sostuvo que la deuda con los antepasados genera una mala conciencia que transforma al acreedor en Dios. Nuestra deuda es con el futuro, y debemos seducir a esos dioses (bancos, fondos de inversión, ahorristas) con trozos de papel: nuevos bonos que reemplazarán a otros incobrables. ¿Por qué los aceptarían? Porque serían más confiables para ellos y más previsibles para nosotros si su amortización fuera gradual y constante, y se ciñeran al "principal reinstatement", que devuelve al acreedor las condiciones originales en caso de incumplimiento.

Como la deuda en moneda dura cayó de 97% del total en 2001 a 75% en 2002, los tenedores de títulos en default estarían interesados en una tasa por crecimiento económico y cobertura inflacionaria, dado que el crecimiento de 4% del PBI sería mayor que la tasa LIBOR. Y el país no tendría sorpresas con los intereses.


Más que números

Ser deudor y salir adelante no sólo es cuestión de números. Depende de la capacidad negociadora. En la era Pos Brady, se logró renegociar la deuda soberana de Perú, Ecuador y Ucrania, que no tenían una situación brillante. Rusia, prácticamente quebrada, re-renegoció su deuda de 31.600 millones de dólares mediante tres bonos. En 1999, Guyana obtuvo una quita del 80% de su deuda y Honduras logró un recorte del 67%. Ese año, Brasil ahorró 1.700 millones, de dólares, y México, retirando 1.035 millones dólares de bonos Brady, economizó 620 millones de dólares.

Y aunque Argentina pagó, desde 2001, 4.500 millones de dólares, hay consenso en que Lavagna manejó bien la renegociación con el FMI en 2002, demostrándole a la entidad que liquidar reservas para cancelar deuda era matar a la gallina de los huevos de oro. Fue tan convincente que logró un acuerdo parcial.


El arte de negociar

Lavagna pudo congelar la renegociación y evitar sanciones del FMI por lo que otorgó o prometió: ley de quiebras, ajuste fiscal, reforma tributaria y financiera, recomposición tarifaria. Pero también ejerció lo que William Ury llama "El arte de negociar en situaciones difíciles". Ury recomienda escuchar más, hablar menos, reconocer al otro, expresar puntos de vista sin provocar, y sorprender a la otra parte haciendo lo que no espera que hagamos: hasta pasarse a su bando, porque es duro atacar a quien está del lado de uno. El ex secretario del Tesoro Paul O’Neill no se ciñó a estos pasos. Nos exigió lo imposible, no lo consiguió y precipitó su propia caída. La inflexible Anne Kruger tuvo que ceder ante algo que Deborah Kolb y Judith Williams sostienen en "The shadow negotiation": cuando la otra parte se niega a negociar, hay que demostrarle que eso le puede salir más caro.


Ese maldito Capítulo 11

Pinta tu aldea y pintarás el mundo. O al revés. También para las empresas argentinas o radicadas aquí la palabra deuda es una condena. Las 50 mayores firmas del país deben 48.000 millones de dólares. Amalita Fortabat figura con 600 millones, el pasivo del Grupo Macri es de 1.490 millones y Gregorio Pérez Companc, aún vendiendo Pecom en 1.077 millones, quedó con un rojo de 2.100 millones.

Un caso especial es el del empresario Enrique Pescarmona. Bregó duramente hasta refinanciar 1.000 millones de dólares de la deuda de Impsat, pero terminó perdiéndola a manos de sus acreedores por la aplicación del Capitulo 11. Ese Chapter 11 de la ley de concursos preventivos de EE.UU se aplica en la quiebra financiera en la cual un tribunal aprueba la reorganización de la deuda mientras la empresa sigue operando.


Off the record

¿Ser deudor en Argentina es un privilegio? En EE.UU sólo un 30% de las empresas que entran en Concurso logra salir, el resto quiebra: lo que se denomina bankruptcy según el Chapter 7. Aquí, en cambio, el 70% de las que entran en Concurso salen, y sólo un 30% quiebra.

Deloitte & Touche (su Ceo es Carlos Haehnel) maneja casos de más de u$s 1.000 millones. En la lista top de consultoras le siguen MBA (Merchant Bankers, de Alejandro Reynal) e Infupa, de Manuel Solanet. Los honorarios por renegociación oscilan de menos del 1 por mil al 3%, según el caso.

Los métodos de negociación no siempre son transparentes. Un ejecutivo de otra consultora revela off the record que las empresas casi quebradas tienen misteriosos "salvadores" que compran su deuda en el 20%. ¿Quiénes? Agentes encubiertos de…la misma empresa.


"Los gringos te llevan puesto"

Un experto vernáculo en deudas empresarias dice que los mejores negocios se los llevan los bancos de inversión extranjeros. Si te parás en Ezeiza, los gringos que bajan de American Airlines te llevan puesto", cuenta. A la cabeza del ranking de esos bancos que renegocian deudas megamillonarias de grandes empresas (ver gráfico)están Morgan Stanley, Merryl Lynch, JP Morgan Chase, Houlilan, Bank of America y CSFB. El paquete total supera los 20.000 millones de dólares.

Lo mínimo que cobran esos bancos es de 3 millones de dólares. Comparado con eso, el honorario de 190.000 dólares que pidió Lazard-Freres por reestructurar la deuda de Argentina es una bicoca. Miguel Arrigoni, de Deloitte & Touche, explica que bancos y consultoras aplican un success fee (honorario por éxito)que podría totalizar 900 millones dólares, y un pago por servicios o retainer que llega a 60.000 dólares por firma.

La renegociación de deuda es una pelea entre colegas: los principales acreedores son otros bancos. La quita puede llegar al 50% y se obtiene en subasta: gana quien acepte la mayor reducción.

Así Telecom se salvó de la quiebra, ofreciendo a los bancos Exim Bank, BankBoston, Río y Francés, recomprar con u$s 305 millones la quinta parte de su deuda de 3.200 millones. Apretó las tuercas a sus acreedores usando como arma el bajo precio de mercado y el poco deseo de los bancos de administrar la empresa. Las negociaciones tienen ganadores y perdedores. El APE (Acuerdo Preventivo Extrajudicial) puede ser una trampa para los acreedores minoritarios, que deben acatar lo que decida la mayoría.


Un burgués pequeño, pequeño

El APE está pensado para neutralizar al pequeño inversor, poco favorable a grandes quitas, porque se juega todo. ¿cómo actúa ese micro burgués cuando el deudor es él? En la Inglaterra victoriana del escritor Charles Dickens, la prisión por deudas era una pesadilla "La pequeña Dorrit". En Argentina no existe ese peligro. El abogado Alejandro Brown, del estudio Soto, Brown & Asociados, señala: "La mayoría no pretende quitas sino mayores plazos". Y revela :"Otros, en cambio intentan la típica bicicleta poniendo al acreedor en la misma bolsa y convirtiéndolo en una especie de socio". El discurso es: "Te debo demasiado dinero, no tengo esa plata, este es un país distinto, hay que adaptarse…"

La peor amenaza es el deudor insolvente. "Pone al acreedor ante una opción de hierro: acepta el pago cómo se lo ofrecen, o asume acciones judiciales de resultado incierto. Y termina cobrando en moneda de quiebra"


Supervivencia de la galera

La base de datos de la empresa Veraz, propiedad de la estadounidense Equifax, registra cientos de miles de morosos. Hay 53.000 deudores hipotecarios en mora, y 16.000 listos para la subasta de su propiedad. El banco Macro Bansud contrata los servicios del estudio jurídico Palmero, donde más de 40 abogados se dedican a esos casos.

Los cobra morosos también proliferan. Los call center, que facturan 100 millones y emplean a 50.000 personas, llaman cada 15 minutos. Señores "de frac y de galera" (hay un centenar de empresas que publicitan ese servicio) acosan hasta en el lugar de trabajo del deudor.

"El micro deudor es un caso distinto" -dice Brown-."Compró un artículo que por los altos intereses pagó con las dos primeras cuotas, pero se muestra como victima: pide disculpas".


Por un quítame ese plazo

"Perdona nuestras deudas" fue también el mensaje del secretario de Finanzas Guillermo Nielsen a los ahorristas japoneses que tienen bonos argentinos. La estrategia negociadora de los economistas del grupo Fénix es diferente. Benjamín Hopenhayn y Alejandro Vanoli proponen postergar la deuda de 2003 con los organismos internacionales, y el 60% de los vencimientos de 2004 y 2005. El total se refinanciaría en 2006 a 6 años con una quita del 60%. Habría una quita del 70% sobre 58.952 millones de dólares en bonos públicos bajo legislación extranjera, mediante dos bonos en dólares estadounidenses. El bono A, a 10 años, con tasa fija del 4% y amortizaciones de capital iguales y consecutivas en los últimos 4 años. El Bono B, a 30 años, con tasa fija del 5%, amortizaciones de capital iguales y consecutivas. El desembolso por pagos bajaría sustancialmente.


Otros caminos

La consultora Latam Risk aconseja pagar a los deudores 3.000 millones de dólares al contado (5% del total), obtener una quita sustancial y plazos de hasta 25 años. Sería sustentable -dicen- con un superávit fiscal primario de 3% y un crecimiento promedio 2003-2005 del 5%.


El consultor José Luis Espert, en cambio, alerta que con el gasto casi congelado, el gobierno alcanzará las metas de superávit sólo gracias al efecto de la devaluación sobre la recaudación, algo que se produce una sóla vez. Y que si el superávit no aumenta en 2004 y se gasta el exceso sobre el 2,1%, la negociación de la deuda será más dura.

¿Qué opción elegirá el gobierno de Kirchner? Tan temprano como en agosto de 2002, Lavagna reveló su proyecto: "Los nuevos bonos que Argentina emita tras renegociar su gigante deuda pública (…) podrían tener una tasa de interés movil según el nivel de exportaciones del país".

El personaje gauchesco Martín Fierro mata a un moreno y después vence en una payada a otro que es su hermano. "Subsiste una deuda de sangre que Fierro debe pagar y el hermano del muerto tiene derecho a esperar que Fierro regrese. Este segundo encuentro entre Fierro y el hermano de su víctima no ocurre en el poema de Hernández", escribe Beatriz Sarlo. ¿Sufrirá nuestra deuda el mismo desencuentro?

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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