Déficit fiscal total llegará este año a $ 11.000 millones

El problema fiscal de corto plazo es mucho más grave que cumplir o no con el FMI y la Ley de Responsabilidad fiscal. Lo urgente es bajar la tasa de interés que paga la deuda pública que ya está en niveles insostenibles. Juzgando con este prisma el ajuste fiscal anunciado, luce como demasiado pobre.

Por el Principio de la Partida Doble, la diferencia entre gasto público e impuestos tiene que ser idénticamente igual a la variación de la deuda pública neta (de activos públicos). Sin embargo, esta obviedad choca en la Argentina contra dos paredes. La primera es que las estadísticas oficiales publican por una lado el déficit fiscal y por otro la evolución de la deuda pública y no hay ningún trabajo de conciliación entre ambos. La segunda es que las cifras de déficit fiscal del gobierno están totalmente “contaminadas” por los “dibujos” que se hacen para mostrarle al FMI que se cumple lo que rigurosamente se viola.

Conclusión, la única manera de saber qué es lo que pasa realmente con la cuestión fiscal de Argentina es medir el déficit que surge por la evolución de la deuda pública neta o lo que también se llama el “financiamiento”.

Continuidad

Así las cosas, el déficit fiscal verdadero jamás tuvo algo que ver con la versión oficial que recorre los despachos de los funcionarios públicos y se presenta en todos los “road shows” para empapelar al resto del mundo con deuda pública argentina. De todas maneras, lo que es más grave es que no se haya tomado conciencia todavía de lo malo que es hacer mediciones que mientan sobre la realidad de las cuentas públicas dado que se siguen haciendo sin cesar.

Como se puede ver en el cuadro adjunto, la verdadera medición del déficit fiscal, o sea, por las variaciones de la deuda pública neta (fila 1 del cuadro adjunto), dice que el desequilibrio acumulado por el fisco en estos 10 años de convertibilidad ha sido de $108.300 millones, mientras que el oficial o “trucho”, ha sido de $32.400 millones (fila 2). Si el fray Luca Paccioli, inventor de la Partida Doble en el siglo XV, se levantara de la tumba y viera una diferencia de $76.000 millones (fila 3) entre lo que da el déficit fiscal mirado por la diferencia ingreso-gasto (el mentiroso) versus las variaciones de la deuda pública (el verdadero), se moriría de nuevo.

La diferencia de $76.000 millones (fila 3) se explica porque la versión oficial, inexplicablemente, no incorpora los siguientes motivos de déficit fiscal:

1) $23.000 millones de déficit fiscal de las Provincias

2) $32.000 millones de consolidación de deudas (BOCON)

3) $5.100 millones de los intereses capitalizados sobre la deuda consolidada

4) $3.500 de computar “cosas” que son impuestos cuando en realidad no lo son

5) $500 millones de déficit del BCRA

6) $1.100 millones de intereses devengados sobre intereses de la deuda externa previa al Plan Brady

7) $1.000 millones de gasto público del ANSeS y PAMI que nunca fueron incorporados a las cifras oficiales

Estos 7 ítems suman $66.200 millones, o sea que faltan poco menos de $10.000 millones de déficit fiscal para llegar al verdadero desequilibrio de las cuentas públicas medido por las variaciones de la deuda. Este es el gasto público oculto que no es posible identificar y sobre el cual algún gobierno algún día debería dar alguna explicación a quienes hacemos posible que haya un Estado que puede gastar y que somos los pagadores de impuestos. Más que un derecho nuestro es una obligación del gobierno.

En particular, para el presente año, el escenario fiscal se ha planteado así. El Gobierno está haciendo lo “imposible” para cumplir con el acuerdo con el FMI y mostrar un déficit oficial de $4.700 millones. Para ello se “dibujan” cifras, se anticipan impuestos y ahora se ha anunciado una nueva baja de gasto público, adicional a la de $1.100 millones que tiene el acuerdo original y que servirá, más que para bajar el gasto “caja” del 2000, para no comprometer el “caja” del 2001. De todas maneras, aún “a la manera oficial” será muy difícil llegar a los $4.700 millones, por lo que se abre un gran interrogante sobre el futuro del acuerdo para el 2001.

Lo peor

Desde ya, que el verdadero déficit del 2000 estará a “años luz” de una cifra oficial de $4.700 millones, sino que será más del doble al blanquear que la Nación tendrá un desequilibrio muy cercano a los $7.000 millones, las Provincias en el orden de los $3.000 millones, a lo que hay que agregar $1.300 millones de consolidación de deudas más sus intereses capitalizados. Total: $11.300 millones.

Esto es malo pero no es lo peor. Lo peor es que los niveles de deuda pública a los que ya hemos llegado (filas 5 y 6) son “estrafalarios” luego de que se haya duplicado en los últimos 10 años al pasar de $59.700 millones en 1991 a $128.500 millones en el 2000 y que si no fuera por las ganancias de capital que hemos tenido debido a la apreciación del dólar en el mundo en los dos últimos años, ya estaríamos hablando de $135.000 millones, o sea, cada vez más cerca de 50% del PBI.

Estos niveles de deuda pública están haciendo que la Argentina afronte tasas de interés insostenibles. Como puede observarse en la fila 7, hoy ya estamos pagando más de 10% real (CPI Core de los EEUU.), el doble de lo que pagábamos en 1991 cuando la reforma que se hizo en el país recién comenzaba. Más aún, la tasa de interés que hemos pagado en los últimos 10 años creció de manera ininterrumpida período a período.

¿Cómo es posible esto? ¿Hicimos una reforma espectacular y pagamos más tasa real de interés que antes de ella? ¿Fue tan espectacular? ¿No hay nada de qué arrepentirse? Una de las posibles respuestas es que hicimos una gran reforma pero, a pesar de la “maquinaria” de “dibujos” que año a año se pone en funcionamiento para “disfrazar de novia a la mona” que es la situación fiscal, la “mona sigue siendo una mona”. O sea, la idea de “miente, miente que algo quedará” también tiene sus límites.

Este límite también puede verse en el ingreso de capitales que recibimos del exterior, neto de lo que reenviamos para pagar la renta del capital extranjero que ha venido en los últimos años, llamado “Transferencia Neta” (fila 8). Cada vez es menos el dinero de los inversores extranjeros que termina quedando “en casa”: u$s 10.400 millones en 1997, u$s 9.800 millones en 1998, u$s 6.500 millones en 1999 y menos todavía en el 2000, u$s 3.800 millones. O sea, el dinero viene de afuera y se va para pagar la renta de ese capital.

En la medida de que no logremos bajar la tasa de interés que pagamos sobre la deuda, la Transferencia Neta será cada vez más desfavorable y no saldremos del círculo deflacionario en el que estamos. Sería bueno que algún juez, en defensa de nosotros los actuales pagadores de impuestos y de las futuras generaciones, le prohibiera al Gobierno salir a endeudarse a tasas superiores del 6% nominal porque son la mejor invitación a que algún día no nos presten más dinero. Así se lo forzaría a bajar más al gasto público primario (sin intereses) que, como puede verse en la fila 4 del cuadro adjunto, creció casi $40.000 millones en los últimos 10 años, un verdadero disparate.

Nota Original: ÁMBITO FINANCIERO | 31/05/2000

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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