El atraso del dólar es lo que más frena a Argentina

Argentina marcha inexorablemente hacia una desaceleración muy fuerte de su actividad económica de la mano de un profundo proceso de desalineamiento del tipo real de cambio que deteriora los ingresos, tanto del sector exportador como de los que producen bienes que compiten con las importaciones.

En lo que menos hincapié se pone en Argentina, en parte por nuestro reciente (y varias veces) pasado hiperinflacionario y también por el dogmatismo con el cual se focaliza la cuestión luego de la Ley de Convertibilidad, es en el tipo real de cambio. En efecto, una de las facetas nítidas del actual proceso de enfriamiento de la economía es el “desalineamiento”(“atraso”) que se está produciendo en el tipo real de cambio.

Dicho sea de paso, lo comentado anteriormente, no tiene nada que ver con pronosticar un escenario devaluacionista para Argentina, sino que así como sería poco responsable plantearlo, es también poco serio negar que “algo” sobre lo que pasa con el tipo real de cambio nos lo está diciendo la espectacularmente alta tasa de desempleo que todavía seguimos teniendo, a pesar que dentro de la convertibilidad la economía creció casi 50% y sin ninguna explosión en la oferta de trabajo respecto de la década del 80.

El tipo real de cambio no es una medida esotérica inventada en el planeta Marte para medir la longitud que lo separa de Venus, sino que es uno de los n-1 precios relativos que existen en una economía con n bienes y que mide el precio relativo de los bienes transables internacionalmente (exportables e importables) respecto de los no transables (construcción y servicios), o sea, en Argentina por ejemplo, ¿cuántas pasadas por un peaje puede comprar un kilo de soja o una máquina de coser?

El desalineamiento cambiario vuelve a escena hoy en Argentina porque se está produciendo una caída del tipo real de cambio al mismo tiempo que nuestra economía no está teniendo ganancias de productividad (el gobierno ha perdido el ímpetu reformador) y que la entrada de capitales tiende a desacelerarse.

La apreciación del tipo real de cambio que, como puede observarse en el cuadro adjunto, ya alcanza al 4,1% anual y con tendencia acelerada desde hace 4 trimestres consecutivos, obedece a la profunda caída de los precios externos de nuestros bienes exportables e importables (muy intensivos en “commodities”). En efecto, el “Commodity Research Bureau (CRB) Index” que aglutina una enorme cantidad de commodities ha caído, como se puede observar en el cuadro adjunto, un 17,1% en los últimos 12 meses

En cuanto a las reformas estructurales, éstas fueron hechas entre 1991 y 1994, año en el cual toda la política económica quedó condicionada, primero, por la reelección del presidente Menem; segundo, para intentar ganar las elecciones legislativas del 27 de octubre de 1997 y finalmente para que el PJ triunfe en las elecciones presidenciales de octubre de 1999.
Para peor, en el corto plazo, entre el gobierno y el Congreso han compuesto una verdadera “sinfonía del terror” si tenemos en cuenta la reforma laboral, el impuesto para el financiamiento docente y la convertibilidad y fiscal.

Respecto a la entrada de capitales, es extraordinariamente promisorio que en el medio de semejante “marasmo” internacional sacudiendo al mundo emergente, Argentina haya mantenido una entrada de capitales desacelerándose sin demasiada profundidad que le ha permitido una suave pérdida de depósitos, crédito y reservas internacionales del BCRA. De todas maneras, si hay menos financiamiento externo, el tipo real de cambio se aprecia.

En ese sentido, queda otro elemento a resaltar de la presente desaceleración del crecimiento y que es la espectacular suba de la tasa de interés activa que está dejando a una enorme cantidad de proyectos de inversión en el “rincón de los recuerdos”. El “efecto vodka+caipirinha” desde mediados de agosto, ha hecho que la tasa “Prime subiera desde 8,0% a 19% nominal anual (lo que implica que es más alta todavía en términos reales).

Hay tres factores que explican este hecho. El primero es que resulta claro, mirando la historia económica e independientemente del juicio de valor que ello merezca, que las únicas que quiebran son las empresas. Los gobiernos, cuando ven que no pueden pagar, “estafan” devaluando o con desfalcos tipo Plan Bonex. Los bancos, en general, tienen un prestamista de última instancia por más amenaza de dureza previa a la crisis que den los banqueros centrales. Por lo tanto, cuando viene la crisis, se produce una violenta suba de la tasa de interés activa debido al aumento de la probabilidad de quiebra empresaria.

Segundo. Hoy las empresas de primera línea que se estuvieron financiando colocando ON y Euronotas en el mercado internacional de capitales, tienen que tomar deuda localmente porque se ha cerrado el acceso al financiamiento externo.
Por lo tanto, sube la demanda de fondos domésticos y sube la tasa de interés para préstamos. En tercer lugar, también el gobierno hace lo mismo, en parte porque nunca ajusta el gasto público hacia abajo cuando el ciclo económico va para arriba; lamentablemente sigue sin existir un diagnóstico de que el modelo de política fiscal argentino está en absoluta crisis.

Los sectores de producción de bienes transables en Argentina son muy intensivos en la utilización del factor productivo capital que en gran parte se ha financiado con deuda bancaria. Por lo tanto, la suba en la tasa de interés, vuelve a golpear (como la caída de sus precios internacionales) muy fuertemente su rentabilidad y agrava de esta manera el desalineamiento cambiario que trae la crisis externa.

En definitiva, nuestra economía presenta una “tipología” bien diferente al “tequila” en cuanto a la tendencia al “enfriamiento” de la actividad económica.
Hace 4 años fue la contracción del crédito externo el que desató el estancamiento y la recesión después. Hoy es la pérdida de ingresos del sector productor de transables el que “empuja” hacia abajo el crecimiento.

Nota Original: ÁMBITO FINANCIERO | 30/10/1998

José Luis Espert

José Luis Espert

Doctor en Economía

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