Cada peso que se recauda en el país también se gasta

A la luz de lo expansiva que ha sido la política fiscal durante la convertibilidad, ya preocupa, paradójicamente, que la recaudación aumente, porque esta situación permanentemente es aprovechada para poner en un piso más alto el gasto público, como si no bastara el aumento de más del 100% que ya ha existido desde abril de 1991.

Para colmo de males, el único que ha visto reducido el financiamiento externo después del tequila, ha sido el sector privado. El gobierno sigue, lamentablemente, disfrutando de amplias posibilidades de colocación de deuda externa y no sólo eso, el Director Gerente del FMI empuja para que Argentina logre un acuerdo de tres años en vez del stand-by a un año que hoy tenemos como para que no queden dudas de que, mientras haya reformas estructurales o el “amague” de ellas, habrá financiamiento barato para las aventuras presupuestarias de nuestro Fisco.

Como puede observarse en el cuadro adjunto, los recursos de la Nación durante los primeros cuatro meses de 1997 fueron 16,6% superiores al mismo lapso de 1996. Por otra parte, mayo acaba de mostrar una muy buena performance recaudatoria, demostrando que la reforma impositiva de setiembre de 1996, está haciendo sentir sus efectos.

Sin embargo, no ha habido ninguna mejora en la situación fiscal. El déficit del primer cuatrimestre de 1997 ha sido el mismo que el de los primeros cuatro meses de 1996 como consecuencia de un aumento del gasto público de 14,7% (u$s 2.396 millones), constituyéndose en el aumento más grande que ha existido a nivel anual desde el efecto tequila. El crecimiento del gasto en salarios ha sido del 14,4%, el de intereses de la deuda pública del 16,9%, el de jubilaciones y pensiones del 13,2% y el de transferencias a provincias del 22,1 por ciento.

Como siempre ocurre, aparecerá el gobierno realizando una excelente racionalización, cargada de tecnicismo para que nada quede claro y así justificar una nueva ronda de más gasto público. La realidad sin embargo, es que existe, desde el lanzamiento de la convertibilidad una decisión estratégica de poner el gasto público todo lo alto que el financiamiento externo permita para maximizar el nivel de actividad y supuestamente “mitigar” los costos de la espectacular reforma estructural que se está llevando a cabo.

Cuando “apareció” el déficit fiscal en 1994, el argumento para justificarlo fue la baja de aportes patronales y la privatización del sistema nacional de previsión social en agosto de ese año. Nunca se planteó con realismo que a esa fecha se había llegado con equilibrio fiscal cuando la recaudación ya era u$s 10.000 millones más alta a nivel anualizado que al inicio de la convertibilidad. En 1995-1996 se tuvo la excusa perfecta, el efecto tequila y la recesión que éste causó. En 1997 se absorben las cajas provinciales de previsión social altamente deficitarias. Con año electoral y problemas sociales en varios puntos del país la presión por más gasto público es creciente. Siempre hay algún motivo para no guardar bajo siete llaves algún peso adicional de los que se recauda.

– Respuesta

Para ir descontando el momento en el que Economía justifique, por ejemplo, el aumento de las transferencias a provincias por u$s 1.096 millones con el argumento de que debe hacerlo porque sino violaría leyes votadas por el Congreso Nacional y ratificadas por las Legislaturas Provinciales (además de que en marzo canceló u$s 229 millones de deuda con provincias heredada de la gestión económica anterior), la respuesta adecuada sería: ¿pueden las provincias, con los problemas sociales que enfrentan, ahorrar algún centavo de los que hoy reciben por coparticipación y leyes especiales cuando al mismo tiempo el gobierno nacional anuncia el envío de una partida especial de u$s 600 millones para paliar la crisis?.
De todas maneras, ante la duda de que esto no ocurriera debería publicarse el resultado consolidado Nación-Provincias porque eso es lo que corresponde desde el punto de vista de la cristalinidad en la información.

Respecto de las cajas provinciales de previsión social, si se utiliza el dudoso argumento, para defender el aumento del gasto nacional por su absorción en u$s 570 millones, de que no es un gasto discrecional de la Nación porque es un déficit que se le está transfiriendo desde las provincias entonces, nuevamente, lo que corresponde es que las cifras oficiales de resultado fiscal incluyan a la Provincias. ¿Acaso existen dudas de que Argentina es un país federal?.

Finalmente, por si existe alguna duda de que el gobierno no sólo gasta mal y más de lo conocido, sino que tampoco informa con claridad lo que ocurre con la performance fiscal relevante de su sector público, basta tomar en cuenta que para 1996 el resultado fiscal que se consume públicamente fue deficitario en u$s 6.400 millones y que la deuda pública creció u$s 10.400 millones.

Más allá de la deuda que se haya consolidado y los intereses capitalizados sobre ella (la variación de los tipos de cambio jugó a favor de menor crecimiento de los pasivos públicos) quedan preguntas como: ¿Cuál fue el déficit fiscal de las provincias?. ¿Cuántos fueron los desembolsos de los fondos fiduciarios?. ¿O acaso es que el gobierno está acumulando activos públicos que no nos enteramos?.

Ámbito Financiero -Pág. 12 – 9 de Junio de 1997

José Luis Espert

José Luis Espert

Doctor en Economía

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