La mayoría de los dólares que ingresaron al país en cinco años es golondrina

En casi cinco años (desde 1992 hasta el III trimestre de 1996) el capital golondrina que llegó a la Argentina sumó u$s 27.100 millones.
Este monto explica el 75% de los fondos externos netos que ingresaron por la cuenta capital de la balanza de pagos y que totalizaron u$s 36.500 millones. Desde el punto de vista de quién “hizo” el ingreso de estos fondos externos, el sector público a través de la colocación de títulos de deuda y acciones en bolsa contra “capital golondrina” por u$s 17.600 millones, jugó el rol principal.

Por su parte, el sector privado ingresó el mismo tipo de capital contra la colocación de títulos de deuda por u$s 9.500 millones. Por lo tanto, hay que ser extremadamente cuidadosos a la hora de evaluar la sostenibilidad de los flujos de capital que están detrás de cada período de expansión que ha tenido la convertibilidad.

La inversión extranjera directa es la categoría de inversión internacional que refleja el objetivo por parte de un no residente de desarrollar una relación de largo plazo con una empresa residente para participar de la “operación” de la compañía (ésto es lo que marca la diferencia con la inversión en cartera para la que no existe este objetivo). La convención internacional es que con la tenencia de al menos de 10% del capital de la sociedad se está indicando la intención de inversión directa.

En el período mencionado, la inversión extranjera directa por u$s 17.000 millones ha tenido cuatro grandes componentes (ver cuadro adjunto). El más importante está constituido por privatizaciones por u$s 4.900 millones (financiamiento al gobierno), seguido por participaciones accionarias de residentes privados vendidas a no residentes por u$s 4.200 millones.
En tercer lugar estuvo la reinversión de utilidades realizadas por el capital externo radicado en el país por u$s 4.000 millones y finalmente aportes genuinos de capital de no residentes por u$s 3.900 millones.

El capital que ingresó a la Argentina por el endeudamiento del sector privado vía colocación de euronotas y commercial papers fue de u$s 9.500 millones (obviamente contra capitales extremadamente volátiles).
Su deuda directa tanto financiera como comercial creció u$s 10.500 millones y todavía el gobierno no ha informado (lo hará con el correr de los meses) respecto de la evolución de la inversión directa de residentes en el exterior, las variaciones del circulante en dólares, compras y ventas de activos financieros externos y compraventas de activos reales radicados en el exterior. Seguramente, la totalidad de estos conceptos dirán que aún dentro de la convertibilidad, los argentinos han fugado capital por un monto cercano a los u$s 14.000 millones.

La insistencia desde 1991 en que no era ni es preocupante el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos porque estaba generado por el deseo del sector privado de invertir por encima de su ahorro en un contexto de equilibrio fiscal o algo de déficit no ha sido una afirmación prudente.
En la primera etapa de crecimiento (1991-1994) el endeudamiento externo del gobierno financió el aumento de jubilaciones y la reincorporación de una gran cantidad de cesanteados del sector público ocurrida entre 1989 y 1990 que trajo como consecuencia un déficit en cuenta corriente del sector privado.
En la segunda (1996-1997), financia el pago de los intereses de la deuda pública externa que se tomó en la primera etapa para financiar más gasto público “interno”.

La suma de la totalidad de las fuentes netas de fondos externos del sector público durante el período analizado por u$s 23.500 millones y que explican el 65% de la entrada de capital puede dividirse en cuatro grandes “cuentas”.
Privatizaciones por u$s 4.900 millones, endeudamiento vía préstamos de organismos internacionales por u$s 1.000 millones (queda claro con esta cifra que tanto el FMI como el Banco Mundial y BID aconsejan invertir en nuestro país pero ellos, no “educan” con el ejemplo), inversión en cartera por u$s 2.900 millones y finalmente el concepto más saliente ha sido la colocación neta de títulos en los mercados internacionales contra por u$s 14.700 millones.

La inversión en cartera durante el período estuvo motivada por operaciones de venta de acciones del Estado en empresas públicas a través de la Bolsa de Comercio en las que participaron inversores no residentes que eran minoritarios y no identificables. Los principales casos fueron: Telecom en 1992, Central Costanera en 1993, Central Puerto en 1993, YPF en 1993 y Transportadora de Gas del sur en 1994.

En mercados globalizados que permiten tener un conocimiento bastante preciso de la situación de cada economía de la tierra en cada instante y con instrumentos de elevada liquidez como los títulos de deuda y acciones de los países emergentes, es claro que la capacidad del inversor externo de “entrar y salir” de ellos es elevadísima. Por lo tanto, son papeles (los de deuda y las acciones del Estado en empresas públicas colocadas a través de la Bolsa) extremadamente atractivos para el “capital golondrina” entendiendo por tal aquel que no tiene residencia y que básicamente persigue una ganancia de capital rápida.

De esta manera, no sólo la participación del gobierno ha sido extremadamente importante para explicar la entrada de capital durante el período (u$s 23.500 millones versus u$s 36.500 millones) sino que también lo han sido los capitales golondrinas en particular por u$s 17.600 millones (u$s 14.700 millones + u$s 2.900 millones) que explican casi la mitad del total (48%).

Entre 1992 y el III trimestre de 1996, con esos u$s 23.500 millones (de los cuales ya están neteados el “collateral” de los bonos Brady y los Fondos Fiduciarios constituidos en 1995), el gobierno ha financiado u$s 2.500 millones de aumento de reservas internacionales sin emisión monetaria, u$s 16.000 millones de déficit fiscal de la Nación+Provincias y u$s 5.000 millones entre el aumento de depósitos en el sistema financiero y el “maquillaje” contable para mostrar aumentos de deuda como si fueran mayores activos y no más déficit fiscal.

Afortunadamente, los mercados son menos “ortodoxos” de lo que se cree porque han financiado y lo siguen haciendo, a un gobierno que hizo y hace del déficit fiscal un instrumento para crecer. Sólo “piden” a cambio del dinero que prestan las famosas “reformas estructurales” que en teoría permitirán el repago de la deuda.

Si las generaciones futuras votaran seguramente rechazarían el “impuestazo” que tendrán que digerir para honrar el pasivo externo que hoy el gobierno insiste en seguir tomando a pesar que las consecuencias negativas de los déficits fiscales aparezcan aunque exista financiamiento: tasas de desempleo récord, baja tasa de ahorro interno y volatilidad en la tasa de crecimiento.

Ámbito Financiero – Pág. 8 – 14 de Febrero de 1997

José Luis Espert

José Luis Espert

Doctor en Economía

TESIS DOCTORAL
PAPERS
DIPUTADO NACIONAL
Libros
LA ARGENTINA DEVORADA
LA SOCIEDAD CÓMPLICE
NO VA MÁS
CADENAS INVISIBLES
Prensa
ARTÍCULOS
TELEVISIÓN
RADIO
Scroll al inicio